Vida Médica Volumen 77 N°1 2025 1 | Page 26

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VIDAMÉDICA / Nota
fundamentales que permiten abordar el problema de manera integral, útiles para cualquier institución del Sector Salud, que pueden adaptarse a las especificidades requeridas según el tipo de establecimiento y de trabajo:
Clave 1: Comunicación – Dile NO a la violencia Promueve la comprensión de la violencia laboral como un riesgo y la construcción de una cultura organizacional que la rechace. Se sugieren declaraciones de intención, reuniones informativas y mensajes preventivos dentro de la institución.
Clave 2: Impulsa cambios – Ponte en acción Enfatiza la implementación de medidas concretas, como una política de no violencia, una Comisión de Prevención de la Violencia y mejoras estructurales en los centros de salud, como mejor control de acceso, optimización de tiempos de espera, iluminación adecuada y acceso a zonas seguras.
Clave 3: Acciones – Mantente atento y denuncia Busca facilitar la denuncia de hechos violentos, eliminando barreras como el miedo a represalias y la falta de procedimientos con protocolos claros para la recopilación de información y la realización de investigaciones imparciales y efectivas.
“ Las instituciones de salud y empleadores deben asumir un rol proactivo, no reactivo. Esto implica desarrollar políticas de tolerancia cero frente a la violencia, establecer protocolos específicos, garantizar condiciones laborales seguras, proporcionar apoyo psicológico a víctimas, mejorar la comunicación con usuarios”, advierte Paulina Calfucoy, gerenta de Asuntos Corporativos y Sostenibilidad de la ACHS. En esta línea, agrega que para proteger a las y los trabajadores“ la contención oportuna es clave. Puede prevenir consecuencias desde trauma psicológico no tratado, aumento del estrés laboral, síndrome de burnout, normalización de la violencia, y eventualmente deterioro en la calidad de atención y migración laboral. Un manejo adecuado requeriría protocolos de contención inmediata, evaluación médica y psicológica, períodos de descanso compensatorio según gravedad, acompañamiento en proceso de denuncia, y seguimiento posterior”. Desde la perspectiva del Dr. Nelson Pérez, la capacitación en manejo de conflictos y comunicación efectiva, junto con tener los espacios adecuados para ello, son herramientas poderosas para prevenir la violencia en salud.“ En el mundo anglosajón hay experiencia en esto y hay ciertos protocolos sobre qué, cómo, dónde y cuándo decir. Por ejemplo, jamás podrías dar una mala noticia en un pasillo o hacerlo a solas. No se trata sólo de cómo lo hace el médico, si no cómo la institución se organiza para hacer eso”, acota. En este punto, enfatiza en la necesidad de que tanto las universidades como los empleadores incorporen capacitaciones en estas áreas.“ Hoy en día existen algunos cursos de buen trato al usuario, pero el porcentaje de médicos que los toma es muy bajo, pues están más orientados a las personas que trabajan en el área administrativa. Sería bueno contar con algo más específico para quienes están expuestos a tomar decisiones difíciles o a entregar malas noticias”, puntualiza. Desde la ACHS, Paulina Calfucoy recalca que“ las políticas públicas deberían fortalecer la norma que protege a los trabajadores de la salud, aumentar los recursos para seguridad en centros asistenciales, promoviendo la creación de observatorios de violencia sanitaria para monitoreo efectivo, con campañas de concientización pública e incorporando formación en prevención de violencia en currículos de carreras sanitarias. Se requiere un enfoque multisectorial que aborde tanto factores inmediatos como determinantes sociales ". La presidenta del Colegio Médico enfatiza en la necesidad de“ dotar de más recursos a los hospitales y centros de salud para mejorar la seguridad y contratar personal especializado en manejo de crisis, y que ojalá esos recursos vengan del ministerio del Interior, para no perjudicar el presupuesto que debe destinarse a la atención de las y los pacientes”.
El desafío de cambiar la cultura de la violencia El problema de la violencia en los centros de salud no tiene soluciones fáciles. La combinación de prevención, capacitación y cambios estructurales puede marcar la diferencia, siempre y cuando exista un compromiso real de las autoridades y las instituciones. El Dr. Nelson Pérez hace hincapié en la necesidad de otorgar las condiciones adecuadas para ejercer la labor médica, desde espacios seguros, insumos suficientes, evitar la sobrecarga horaria, además de un trabajo intersectorial entre el gobierno, policías, gremios y autoridades locales.“ No se puede bajar una pauta única. La violencia es distinta en cada lugar. Se deben hacer grupos de trabajo por zonas críticas y desde ahí pensar en soluciones”, señala. Por su parte, Paulina Calfucoy recomienda“ formación en identificación de señales de alerta, técnicas de comunicación efectiva y desescalada de conflictos, autocuidado y manejo del estrés, y conocimiento de los protocolos internos y públicos. A nivel institucional, sugerimos implementar evaluaciones de riesgo periódicas, adaptar infraestructura para mayor seguridad, establecer sistemas de alerta y respuesta rápida, crear comités específicos de prevención, mejorar gestión de tiempos de espera, y desarrollar programas de apoyo psicológico. Como ACHS disponemos de asistencia técnica especializada para implementar estas medidas de manera efectiva”. Pero este problema no solo impacta a las y los trabajadores. Cada episodio de violencia tiene consecuencias directas en los pacientes y en la comunidad, ya que las unidades deben interrumpir la atención, cerrar temporalmente o incluso restringir su funcionamiento por tiempo indefinido. El ausentismo laboral derivado del miedo a nuevas agresiones, el estrés postraumático o las secuelas físicas de un ataque es otra de las grandes repercusiones del fenómeno.“ No podemos permitir que la violencia termine afectando a los propios pacientes. Si los médicos y funcionarios trabajan con miedo, si las urgencias deben cerrar o si cada vez menos profesionales quieren ejercer en ciertos lugares, estamos generando un problema mayor: una comunidad desprotegida. Esto es un problema de seguridad pública y debe ser tratado como tal”, enfatiza la presidenta del COLMED. El mensaje es claro: proteger a quienes nos protegen no es una opción, es una necesidad urgente. Cada agresión sin consecuencias, cada denuncia sin respuesta, cada centro de salud sin resguardo refuerza la impunidad y perpetúa la violencia.“ El sistema de salud debe garantizar algo tan básico como la seguridad de sus trabajadores. El momento de actuar es ahora”, concluye la Dra. Arriagada.