Vida Médica Volumen 71 N°3 - 2019 | Page 37

ESPECIAL: MEDICINA DE EXCELENCIA había partido el Auge y era necesario avanzar en tener un estándar de calidad. Los estándares de calidad no pueden ser estáticos y deben ir mejorando. Hay que avanzar siem- pre en una mejora continua”, sostiene el facultativo. El médico reconoce que “hemos iniciado el camino de segu- ridad de los pacientes por la vía de la acreditación. Pero hay que entender que la acreditación es sólo el primer paso, de- bemos introducir a los prestadores en una cultura de segu- ridad, que es lo mejor para nuestros pacientes”, puntualiza. Según el experto, la principal experiencia de América en materia de seguridad es la impulsada por la Joint Commission International, dependiente de la OMS, con fuerte incidencia en Canadá y Estados Unidos. El trabajo de esta entidad se ha extendido al resto de América Latina y en Chile tienen algunos prestadores acreditados, como la Clínica Alemana, Clínica Las Condes y el Hospital de la Universidad Católica. “Respecto de esta entidad, que tiene un estándar univer- sal, nuestro nivel como país es equivalente y en algunos 37 aspectos hasta un poco más exigente, particularmente en materia de gestión clínica y derecho de los pacientes. Esto porque en el caso chileno, se estableció el avance a la segu- ridad médica y de los pacientes a través de un sistema de acreditación de calidad y una Ley de Deberes y Derechos de los Pacientes”, afirma. Para tener una cultura de seguridad, asegura el Dr. Contreras, debemos aprender a reconocer los errores. “Reconocer un error no es fácil, porque tenemos una cultu- ra centrada en el éxito y la probabilidad de sacar un error a la luz pública es más bien baja”, observa. Por este motivo, subraya que los sistemas de notificación de incidentes y eventos adversos no debiesen ser punitivos. “Las personas debieran saber que no serán castigados por cometer un error, porque esa es la única forma de mejorar”, enfatiza. En cuanto a los distintos métodos de análisis de eventos adversos, estima que “todos tienen sus ventajas y limita- ciones, pero lo más importante es que todo el equipo de salud esté involucrado, participe y aprenda”. El Consentimiento Informado, más que un documento formal, es un modelo de una virtuosa relación entre los profesionales de salud y los pacientes (y familiares).