ESPECIAL: MEDICINA DE EXCELENCIA
había partido el Auge y era necesario avanzar en tener un
estándar de calidad. Los estándares de calidad no pueden
ser estáticos y deben ir mejorando. Hay que avanzar siem-
pre en una mejora continua”, sostiene el facultativo.
El médico reconoce que “hemos iniciado el camino de segu-
ridad de los pacientes por la vía de la acreditación. Pero hay
que entender que la acreditación es sólo el primer paso, de-
bemos introducir a los prestadores en una cultura de segu-
ridad, que es lo mejor para nuestros pacientes”, puntualiza.
Según el experto, la principal experiencia de América
en materia de seguridad es la impulsada por la Joint
Commission International, dependiente de la OMS, con
fuerte incidencia en Canadá y Estados Unidos. El trabajo
de esta entidad se ha extendido al resto de América Latina
y en Chile tienen algunos prestadores acreditados, como
la Clínica Alemana, Clínica Las Condes y el Hospital de la
Universidad Católica.
“Respecto de esta entidad, que tiene un estándar univer-
sal, nuestro nivel como país es equivalente y en algunos
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aspectos hasta un poco más exigente, particularmente en
materia de gestión clínica y derecho de los pacientes. Esto
porque en el caso chileno, se estableció el avance a la segu-
ridad médica y de los pacientes a través de un sistema de
acreditación de calidad y una Ley de Deberes y Derechos
de los Pacientes”, afirma.
Para tener una cultura de seguridad, asegura el Dr.
Contreras, debemos aprender a reconocer los errores.
“Reconocer un error no es fácil, porque tenemos una cultu-
ra centrada en el éxito y la probabilidad de sacar un error
a la luz pública es más bien baja”, observa. Por este motivo,
subraya que los sistemas de notificación de incidentes y
eventos adversos no debiesen ser punitivos. “Las personas
debieran saber que no serán castigados por cometer un
error, porque esa es la única forma de mejorar”, enfatiza.
En cuanto a los distintos métodos de análisis de eventos
adversos, estima que “todos tienen sus ventajas y limita-
ciones, pero lo más importante es que todo el equipo de
salud esté involucrado, participe y aprenda”.
El Consentimiento Informado, más que un documento formal, es un modelo de una virtuosa relación entre los profesionales de salud y los pacientes (y familiares).