VIDAMÉDICA / VOCACIÓN PÚBLICA
- También ha sido duro para usted…
Ya no se me considera un delincuente, pero todavía es mal
visto por un porcentaje importante, a los que no les parece
razonable que se destruya un órgano sano y funcional para
transformarlo en otro. Eso es solo porque entendemos el fondo
para ayudar a la persona. Tuve la suerte que me apoyó el jefe de
servicio en plena dictadura, si no quizás no lo hubiera podido
hacer. A mis hijos le hicieron bullying porque les decían que yo
“operaba a maricones”.
- ¿Cuánto ha cambiado la situación en todo este tiempo?
Cada vez me entusiasma más operar a jóvenes o a adolescen-
tes transexuales con padre y madre que los apoyan y quieren.
Nunca creí que iba a ver una ley que reconociera a los trans.
Los próximos pacientes míos, no serán Pedro que quiere ser
María, si no una María con carnet de mujer que quiere corregir
sus genitales luego de haber obtenido sus documentos legales.
Cuando se hace el tránsito en educación secundaria y superior,
el resultado es que pueden seguir vidas muy normales.
-Luego de cerca de 45 años dedicado a esto, ¿Cuál es la eva-
luación que hace?
-Dentro de las cosas que yo he hecho, creo que se destacan las
cirugías de trasplante, de cáncer, pero más allá de eso, me gra-
tifica enormemente cambiar la vida de las personas con una
operación -que es de bajo costo- para los transexuales. Hemos
tenido dificultades importantes en periodos donde autoridades
me han prohibido hacer la cirugía y yo he esperado, pero no
esperaba destacar por esto.
“UNO TERMINA UN POCO FRUSTRADO”
Luego de dejar su trabajo en el servicio de urología, en diciembre
culminará sus servicios en trasplantes. Tras casi 55 años, deja-
rá definitivamente el sistema público. Pese al cariño y vocación
con su histórico espacio de trabajo, su visión es muy crítica con
respecto a lo que ocurre a lo largo del país. “Para mí, desde jo-
ven, no había otra opción que el trabajo médico hospitalario. Es
mi trabajo más importante”, cuenta el académico, ex presidente
de la Sociedad Chilena de Urología e hijo ilustre de Valparaíso.
- ¿Cuál es la mirada que tiene de la profesión?
Estudié medicina sin pagar nada. De otra forma, la situación
económica de mi familia no me lo hubiera permitido, porque
era muy precaria. Uno siente un compromiso de devolverle
a la sociedad lo que le ha dado. Recuerdo que el discurso in-
augural de recepción de la carrera, el director nos dijo “todos
ustedes se han ganado el gordo de la lotería”. No lo entendí
en ese momento, pero es un regalo poder tener esta profesión
y lo más importante para mí es resolver los problemas de las
personas. Ese es el sentido de mi vida. Además, la medicina
{ 29
tiene un campo infinito de posibilidades para el desarrollo de
cualquier actividad, desde lo administrativo, la investigación,
la educación, la cirugía.
- Usted lleva más de medio siglo en el sector público. ¿Cuál es
la evaluación que hace hoy de él?
Desgraciadamente está desfinanciado y poco eficiente, pero en
el sistema público es el espacio más gratificante. Ahí uno pue-
de ayudar a las personas más necesitadas, entender lo que es la
pobreza, al paciente postergado, tramitado, que tiene que pedir
permiso para ir al doctor.
- ¿Qué le parece el momento que vive el sistema en general?
Las personas tienen derecho a satisfacer todas sus necesida-
des de salud y es muy frustraste no hacerlo en los tiempos
adecuados. Para mí ha sido muy gratificante la actividad hos-
pitalaria y docente y formar urólogos, uno por año durante
los últimos 40 años. Al final de mi retiro es un poquito triste
porque hay menos eficiencia y no es tan resolutivo. Siempre
he sentido un compromiso de la salud pública, es penoso la
gente se hospitaliza en sillas. Que, si bien en equipamiento ha
ido mejorando y la tecnología, las necesidades han aumentado
mucho más.
-El Hospital Van Buren esta en una profunda crisis. ¿Cómo la
vivió?
A todo el servicio de salud deberían darles mucho más di-
nero del PIB, es la única manera de mejorar su rendimien-
to. Debería poder operarse todo el día en los hospitales, tal
como en las clínicas, pero para eso faltan médicos, auxiliares,
camas. La capacidad quirúrgica disminuyó en un 50% en los
últimos años.
- Es un escenario complejo el que se ha vivido…
De los 2 pabellones asignados diarios, ahora hay uno. Si yo
recibía a una persona incontinencia urinaria invalidante, no
teníamos ninguna posibilidad de atenderla antes de 2 años.
Teníamos suficientes médicos, pero no horas quirúrgicas. Por
otra parte, la atención de urgencia es muy penosa.
- ¿Cómo espera que se refleje su legado en las cirugías trans?
- Hemos formado a otras personas para que trabajen en este
tipo de intervenciones y ellos tienen que dar su batalla por su
cuenta. No tengo el poder para ampliar recursos, pero ellos tie-
nen que dar la pelea y lo están haciendo. Actualmente sigue
siendo mal entendido este tema, pero creo que hubo un cambio
sin retorno. La ley permite que una persona cambie sus docu-
mentos y se reconoce el concepto que el sexo cerebral manda.
Entonces ahora la salud estatal debe apoyarlos desde el campo
médico y financiar los tratamientos.