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“La información del
evento adverso podría
conllevar un riesgo
jurídico, sin embargo esto
depende del paciente y
su comprensión, de la
forma y oportunidad de
la información, del apoyo
por parte de colegas y la
institución”
Carmen Gloria Pierart
Abogada del Departamento
Jurídico de Falmed
“Cuando uno le dice a
una familia: yo entiendo
que aquí hay mucha
rabia, mucha angustia;
o entiendo que aquí
hay mucho miedo,
desconfianza, logra que
las dos partes se hagan
cargo. No hay que tenerle
miedo a eso”
Dra. Anamaría Arriagada
Integrante del Departamento de
Ética del Colegio Médico
miedo, desconfianza, logra que las dos partes se hagan cargo. No hay que
tenerle miedo a eso”, dice la Dra. Arriagada.
Lograda la apertura, los pasos siguientes son la narrativa, entendida como
la entrega de información que entregue un recuento cronológico de los even-
tos ocurridos y responder las inquietudes; etapa que nos dará las primeras
señales de la posición que encontraremos en el paciente y sus familiares.
En este sentido, la sicóloga María Luz Bascuñán y la Dra. Anamaría
Arriagada se refieren a su manejo, donde la rabia e indignación son los
primeros sentimientos en aparecer, sin embargo se deben entender como
parte del proceso de recepción de información adversa. El profesional que
informa “debe permitir que estas emociones sean expresadas y el hecho de
no interrumpir al paciente y dejarlo manifestarse, le ayuda a digerir la si-
tuación”, explican.
La última fase de este protocolo incluye la elaboración, en conjunto, de un
plan de acción que demuestre el compromiso del profesional y la institu-
ción, centrados en el bienestar del paciente.
TEMOR A LA JUDICIALIZACIÓN
La realidad internacional da cuenta que la judicialización de la medicina
es un fenómeno que va creciendo, e incluso en países como Estados Unidos
la ocurrencia de errores médicos ya se convierte en un problema sanitario.
El artículo “Análisis de las barreras y oportunidades legales-éticas de la
comunicación y disculpa de errores asistenciales en España”, escrito en-
tre otros autores por Priscila Giraldo, del Servicio de Epidemiología y
Evaluación del Hospital del Mar, Barcelona, y Josep Corbella, del mismo
recinto asistencial, entre otros autores, recogió la mirada que tenían aboga-
dos expertos en derecho sanitario-bioética ante la comunicación del error
médico.
El estudio, que incluyó la participación de 46 especialistas, arrojó que el
84,7% creía que siempre debían comunicarse los eventos adversos; además
97,8% respondió que era necesario que también se informaran las causas y
posibles soluciones ante el error, y el 73,9% que la comunicación del error
debía ser incluida en la ficha clínica.
“Se identificó que la principal oportunidad derivada de una comunicación
es la mejora de la confianza entre el/la médico/a y el/la paciente y sus fami-
liares”. Sin embargo, el miedo a las consecuencias legales, a los medios de
comunicación o a la reacción de la profesión se identificó como la barrera
de mayor índoles”, mencionan los autores españoles en el artículo.
La Dra. Anamaría Arriagada y la sicóloga María Luz Bascuñan tam-
bién abordan esta relación entre comunicar un error y la judicialización.
Plantean que no existe información certera que asocie la comunicación del
error con el aumento de demandas o acciones legales contra el médico; y,
por el contrario, enfatizan que el reconocimiento y responsabilidad del daño
favorecerán al profesional, incluso al enfrentarse a un escenario judicial.
La integrante del Departamento Jurídico de Falmed, abogada Carmen
Gloria Pierart, destaca que informar un evento adverso, por una parte, bene-
ficia al paciente al permitir buscar soluciones de forma precoz y apropiada,
disminuyendo no solo su estrés, sino también el del facultativo.
“Para el profesional puede disminuir el estrés, estrecharía la relación mé-
dico – paciente, podría disminuir los reclamos y litigios o mejorar la posi-
ción del demandado en caso de que estos se produjeran, permitiría aprender
de los errores y aceptar la responsabilidad pudiendo cambiar la práctica
Los sistemas de notificación y registro de eventos adversos permiten la recolección de datos sobre los eventos adversos e incidentes. Se recomienda que sean anónimos.