Vida Médica Volumen 71 N°1 - 2019 | Page 46

46 FalmedEduca E Dr. Carlos Becerra Verdugo, Secretario de Falmed “En el sector público, aún no está funcionando un sistema de gestión del riesgo sanitario” Por Mariela Fu R. y Andrés Palacios P. incidentes o eventos adversos. Lo peor es “aprovechar” esta si- tuación para “ganar algo”, “diferenciarse del que se equivocó” o “hacer comentarios superficiales”. Para los directivos de los hospitales, es verlo como oportuni- dades, conversarlo con el equipo afectado y con los equipos de calidad. Acompañar el proceso con metodología de apren- dizaje, con transparencia, cuidando a las personas, a todas!! Cada vez que conversamos, reflexionamos sobre estos temas, ponemos el sentido de la salud y a las personas en el centro de las decisiones. ¿Cuál sería a su juicio la mejor forma de aprender de los erro- res médicos para avanzar hacia una cultura donde se privile- gie la seguridad de los pacientes y no una mirada punitiva? Lo primero es que notificar el incidente o el evento no puede convertirse en un “registro epidemiológico de los errores”, no se pretende medir la incidencia de estos eventos. La notifica- ción y la posterior reflexión y aprendizaje tiene valor en la medida que se ponga al paciente en el centro, se discuta el caso con transparencia y que los líderes de la organización sean sensibles al aprendizaje y se estandarice una determina- da práctica o se asegura un determinado recurso o se capacita el equipo en algún procedimiento. La cultura de seguridad se alcanza si el objetivo de la orga- nización se expresa en sus políticas. No hacer daño es la ex- presión ética de todo el equipo. Para avanzar en la cultura de seguridad es necesario que el entorno sea abierto y sin castigos, integrar conocimientos basados en evidencia clíni- ca e incorporar proceso de evaluación de lo aprendido y sus resultados. ¿Puede contarnos alguna experiencia de aprendizaje sobre error médico que le haya marcado en su ejercicio profesional? Hay una historia muy significativa para mí personalmente pero l secretario nacional de Falmed, especialista en Salud Pública, quien fue MGZ en la Región de O’Higgins, considera que a nivel país aún se está al debe con políticas públicas consolidadas que gestionen los riesgos en salud. Tampoco existen los equipos especializados al interior de los hospitales. En los recintos públicos, ¿cómo se trata el error o la negligencia? Está recién empezando. Conozco en otros lugares del sistema privado donde existen unidades de riesgo clínico que están a cargo de los protocolos, de los consentimientos, y hacen análi- sis de casos. En el mundo público está todo aún en desarrollo. Eso hace que frente a ciertas situaciones más bien se actúe de acuerdo a la contingencia. ¿Cómo explicaría usted -según su experiencia- esta distancia entre el sistema público y el privado respecto de por qué aún también para el equipo directivo y finalmente también lo fue para el hospital. Una pequeña recién nacida de menos de diez días, que presentaba un diagnóstico muy ominoso. La enfer- medad que presentaba no podía resolverse con el actual nivel de conocimiento o desarrollo tecnológico en la medicina ac- tual. Conversé muchas veces con la familia, no fuimos capa- ces de prestarle la mejor atención, ni la que ellos necesitaban. Decidimos que todos los equipos debían conocer este relato para que el aprendizaje técnico y valórico fuera de todo el hos- pital (Exequiel González Cortés). El aprendizaje en este caso terminó convirtiéndose en la motivación para el desarrollo de un sistema predictivo de riesgo de paro cardiorrespiratorio. El compromiso era que nunca más nos pasaría una situación como la que vivieron la pequeña y su familia. Le pedimos auto- rización a la familia para nombrar este sistema con el nombre de su hija. Esta historia fue dolorosa, pero no nos quedamos solo en eso sino que aprendimos colectivamente y construimos una prácti- ca más segura para nuestros niños. ¿Qué sugerencias haría respecto a cómo actuar al interior de los recintos cuando se detecta un error? Este análisis debe realizarse siempre colectivamente, con todo el equipo de trabajo. Nunca hacer el análisis muy cerca del momento en que ocurrió, las personas involucradas están afec- tivamente muy comprometidos, despersonalizar la situación, tener metodología adecuada para la detección de los múltiples factores intervinientes, nunca hablar sobre medidas punitivas. Los líderes y jefaturas de las unidades involucradas deben par- ticipar. Diría que la transparencia con el equipo, pero también con las personas que atendemos, es una clave importante: si no involucramos a los pacientes o a sus familias, este proceso no tiene sentido. Comunicar un error permite buscar soluciones de forma precoz y apropiada para el paciente, disminuyendo no solo su estrés, sino también el del facultativo.