Vida Médica Volumen 70 N°3 - 2018 | Page 6

6 } VIDAMÉDICA / COLUMNAS DE OPINIÓN Columnas de OPINIÓN ANTOFAGASTA, OTRA ZONA DE SACRIFICIO Dr. Hugo Benítez Secretario Regional y Pdte. Dpto. Medioambiente del Colegio Médico Antofagasta Detrás de nuestra vida basada en nuevas tecnologías, encontramos una realidad me- diocre: la de extracción de materias primas con consecuencias sociales, de salud y ambientales. En el patio trasero de nuestra sociedad de consumo, las multinacionales violan los derechos humanos más fundamentales con la complicidad de los estados. La región de Antofagasta es un típico ejemplo de ello. La falta de agua para la po- blación y la gran minería del cobre, obligó a obtener este recurso del Río Salado en 1958, que contenía concentraciones de arsénico de entre 600 y 900 µg/L. Los médicos pusieron la voz de alerta y en 1971 comenzó a funcionar una planta de abatimiento de arsénico, disminuyéndolo a entre 50 y 100 µg/L. Recién en 2003 se cumple con la norma internacional de 10 µg/L. Se suma a ello el plomo que se acopiaba a granel al aire libre en los patios de ferro- carril. En 1997 se produjo una intoxicación en varios niños, lo que obligó en 1998 que fuese sacado de la ciudad. Pero en 2006 se denunció que había contaminación en las calles, lo que se llamó “la ruta del plomo”. En 2010 se logró que fuese aplicada una nueva norma para su traslado, pero no incluyó el concentrado de Zinc, que también contiene plomo. En 2014, la contaminación alrededor del puerto resultó ser 4 a 10 veces más que en 2006 en Plomo, Zinc y Arsénico y otros metales pesados. En 2015, se tomaron muestras de sangre y pelo a niños, que demostraron estar contaminados con estos compuestos. Las protestas de la población han generado que se multe a las empresas y se exija la limpieza de los suelos, mitigaciones que se han cumplido a medias. En agosto de 2018, el Colegio Médico presentó un recurso de reclamación ante el 1° Tribunal Ambiental de Antofagasta, que considera inconstitucional las resolucio- nes que autorizaron el aumento de la extracción, transporte, acopio y embarque de concentrados de Minera Sierra Gorda, a través del puerto de Antofagasta, que fue acogido exitosamente. Las autoridades de la región no han tenido la capacidad ni la voluntad política de ter- minar con este flagelo. Peor aún, han seguido aprobando proyectos sin los estudios de impacto ambiental necesarios ni la consulta a la ciudadanía. Por su parte, el Colegio Médico, desde hace 20 años, ha intervenido para sensibilizar a las autoridades sobre la importancia de cuidar el medio ambiente. Se comprende que los beneficios de la gran minería son muy importantes, pero no es aceptable que se realice sacrificando zonas habitadas. Mientras no se demuestre que estos proyectos son absolutamente limpios, deben hacerse lejos del radio urbano para evitar el riesgo y el daño para las personas. Las multinacionales deben invertir en una gestión más sostenible y responsable, con consideraciones éticas y medioambientales para resguardar el futuro de las genera- ciones posteriores. Eso es lo que demandamos. QUINTERO: UNA CRISIS ANUNCIADA Dra. Juanita Fernández Pdta. Dpto. DD.HH., Medio Ambiente y Biodiversidad, Regional Valparaíso. Valparaíso es una región industrial, minera, agrícola, pesquera y turística, donde, en espacios pequeños, coexis- ten industrias con poblaciones, culti- vos y ecosistemas protegidos. Como nuestro Colegio desde sus orí- genes ha apuntado tanto a lo gremial como lo social y considerando que en nuestra región existían problemas medioambientales de larga data que podían estar amenazando la salud, en 2017 decidimos involucrarnos en el tema. Comenzamos con una recopilación y análisis de la información, donde saltaron a la vista algunos hechos que hicimos ver oportunamente a las autoridades, mediante el infor- me “Contaminación y Salud, Región de Valparaíso” de junio de 2018. Por mencionar algunos, según datos de la Seremi, la tasa de mortalidad por cáncer en la región era mayor que la nacional y Puchuncaví tenía la más alta; la región carecía de estaciones de monitoreo independientes de la calidad del aire accesibles en red; así como de protocolos para preemer- gencias o emergencias sanitarias por emisiones tóxicas químicas. Los da- tos eran gestionados por las mismas empresas contaminantes, con normas de emisión propias, sin considerar su sumatoria ni eventuales interacciones químicas de elementos en un mismo espacio aéreo. Asimismo, desde 1994 no ha- bía legislación ni monitorización