Vida Médica Volumen 70 N°3 - 2018 | Page 50

50 VIDAMÉDICA / FalmedEduca Adecuación del Esfuerzo Terapéutico: PROCURANDO EL BUEN MORIR EN CASOS IRRECUPERABLES La decisión de retirar o no iniciar tratamiento obedece a un acto médico que el facultativo, junto con el paciente, sus familiares y ojalá un equipo médico, adopta para evitar la obstinación terapéutica y da la posibilidad de una muerte digna. Por Marcela Barros Q uerámoslo o no, la vida, –aquella que nos per- mite establecer vínculos personales, laborales, amorosos y realizar un cúmulo de actividades que van más allá de lo puramente biológico–, en algún momento llega a su fin. La ciencia avanza como nunca antes y hoy el ser humano es cada vez más longevo, llegando en muchos casos a las ocho décadas y más en muy buenas condiciones. Aun así, en algún momento el corazón deja de latir, lo que en ocasiones es acele- rado por alguna enfermedad o accidente que precipita el des- enlace. Esta realidad enfrenta al médico a difíciles decisiones que deben abordar lo técnico y lo ético en relación a cuándo el paciente está en una etapa terminal irreversible. ¿Retirar trata- miento o no iniciarlo?, ¿calidad versus cantidad de vida?, ¿cuál es la opinión del paciente o sus familiares?, sin duda escena- rios complejos de resolver. El concepto de Limitación de Esfuerzo Terapéutico (LET) o Adecuación de Esfuerzo Terapéutico (AET) –denominación más afortunada porque no se limitan los esfuerzos, sino que cambian los objetivos terapéuticos– es una realidad a la que los médicos se enfrentan a diario. La Dra. Constanza Micolich, integrante del Departamento de Ética del Colegio Médico, explica que se aplica AET a pacien- tes que tienen una condición de irrecuperabilidad, ya sea por el término de la vida, por una condición de enfermedad crónica o por un accidente. “Se basa en el principio de no maleficencia y proporcionalidad, es decir, no hacer más daño al paciente, con procedimientos que le van a generar dolor, expectativas, sufrimientos y costos sin beneficios previsibles”. Agrega que, si bien es una decisión médica, cada vez es más relevante la opinión del paciente. “La decisión se basa en criterios médicos. Se debe conversar con el paciente o sus familiares. Lo ideal es que la decisión la tome un equipo médico, ojalá de especia- listas. Consensuar con la familia. Si este consenso no se logra a través de la comunicación, el caso se presenta al Comité de Ética Asistencial. Existiendo una buena relación médico-pa- ciente, los parientes o el paciente comprenden la situación”. La Dra. Micolich reitera que siempre hay algo que hacer. “Hay mucho que hacer enfocándonos en la calidad de vida, en los síntomas, en el alivio del dolor, la tos, la sequedad de los la- bios, etc. Entonces nos enfocamos en que el paciente esté lo más aliviado y tranquilo posible al final de la vida. Se deben especificar las medidas que se limitan. Nunca es todo o nada. Nos preguntamos en particular ¿ingresar o no a UCI?, ¿hemo- diálisis?, ¿cirugía?, ¿exámenes de laboratorio?, ¿antibióticos? y así especificar. No significa nada anotar la sigla LET, hay que poner en detalle qué se hará. Requiere especificaciones, que de- ben ser anotadas en la ficha. Y deben ser revisadas y reconside- radas permanentemente por un equipo. Las reflexiones son caso a caso, por lo tanto los protocolos no son de mucha utilidad”. La Ley 20.584 sobre Deberes y Derechos de los Pacientes es- tablece que toda persona tiene el derecho de “otorgar o dene- gar su voluntad para someterse a cualquier procedimiento o tratamiento vinculado a su atención de salud”, decisión que