82 Vida Médica
DR. Javier Faúndez Salazar, MGZ Hospital de Calbuco
“Huella en mi”
Ganador Concurso literario “60 Años” Médicos Generales de Zona.
De un segundo a otro, la cotidianeidad se transformó en
incertidumbre, la costumbre dio paso a un rompecabezas
trágico que dejó huella en mí. De un violento golpe recordé
los frágiles lazos que sin querer había formado con gente
que veía todos los días; o mejor dicho, miraba, sin ver, hasta
entonces.
Corría la tarde de un turno habitual, cuando una llamada dio
inicio a esta historia. Un accidente vehicular con volcamiento.
Nada más, esa era la información. Con la sangre fría de ver
durante un año como todas las semanas muere alguien en la
carretera de Calbuco, esa llamada era una más del montón.
Al rato sonó el teléfono nuevamente, tres personas
involucradas en el accidente, venían en camino.
La baliza roja anunció su llegada, una mujer y su hija; el
tercero no venía. La niña no tenía ni un rasguño, pero
su madre estaba muy herida. Dos pacientes más, dos
desconocidos que necesitaban mi ayuda, dos piezas de esta
tragedia que yo seguía sin ver. El rostro de la mujer estaba
inflamado, herido, bañado en sangre por culpa de una herida
en su frente. Sus ojos tranquilos me inquietaban. - ¿Dónde
está mi niña? ¿Mi marido? - Conversé con ella, ella confió en
mí. A mis espaldas, comenzaban a asomarse unos rostros
por el umbral de la puerta del servicio de urgencias. - La
familia - pensé.
En el pasillo, esperando la radiografía de la mujer, me saludó
el director del departamento de salud municipal, rodeado
de unas diez personas, todos conocidos porque había salido
con ellos varias veces a las rondas rurales. Ese es un trabajo
que me encanta, subirme a la lancha con mi delantal y mi
bolso que tiene sólo lo básico; llegar a la posta, donde la
gente de las islas me espera ansiosa porque tienen médico
una vez al mes; compartir un café con el resto del equipo
de salud, mientras por la ventana se asoma un caballo. Ese
es un trabajo que me trae a la memoria miles de historias
paralelas a esta.
Me preguntó por la mujer, por su marido. – ¿qué hace él aquí?
Pensé. - Los ojos de los enfermeros, técnicos paramédicos,
dentistas, me interrogaban sin darme tregua. Carabineros ya
sea paseaba por la urgencia. Más gente del departamento
de salud llegaba. A ese cuadro confuso, se agregó mi novia
y su jefa, dos rostros pálidos y asustados. - ¿Qué hacen ellas
aquí? – Una tercera llamada anunció que el marido de la
mujer falleció en el lugar del accidente.
Mi novia se acercó a mí, a pesar de que le dije que estaba
ocupado. Me traía más piezas del rompecabezas. Ella es
educadora de párvulos. Estaba en medio de la ceremonia de
graduación de sus niños, rodeada de risas y padres orgullosos,
cuando se enteró que una de sus alumnas no había llegado a