Vida de San Juan Bautista De La Salle VIDALASALLE | Page 24
En tiempos de La Sallé se vivieron guerras y rumores de guerras y hoy, como
ayer, nuestro planeta sigue sangrando a causa de la violencia, la
emigración, el hambre o los fundamentalismos religiosos. Aunque se hable de
que ya ha terminado la Guerra Fría, todos sabemos que la amenaza de un
holocausto nuclear sigue revoloteando sobre nuestras cabezas. A todos se nos
pide hacer frente a la injusticia con el realismo y la fe con que lo hizo La Sallé. Se
trata de ser capaces de ver a Jesús vivo en nuestra vida y ser conscientes de que
él confía a tus manos la posibilidad de transformar el mundo que te rodea.
Muchos de los héroes que hoy viven de la fama que les proporciona el dinero o
el dominio, de cierta destreza en el deporte, la política, la música o el cine, el
recuerdo de su nombre se lo llevará la primera brisa del olvido que sople. Pero
hay también héroes y heroínas que se lo han jugado todo por Dios, y su vida y su
muerte han abierto nuevos caminos de libertad y dignidad para el hombre,
¿quién no ha oído hablar de Gandhi, de Luther King, del Padre Maximiliano Kolbe,
del obispo Oscar Romero o de la Madre Teresa? Añade muchos otros
hombres y mujeres no tan conocidos, pero cuyos nombres están inscritos en la
misma página del libro de la vida.
Además, quiero que te fijes en estos otros héroes de todos los días. Son
gente normal como tus padres, o algún otro familiar; la hermana de algún
amigo tuyo que cuida a sus padres ancianos; el profesor que va más allá del
contrato laboral, para ayudar a triunfar a los más retrasados de la clase; la
esposa a quien el cáncer le arrebató su marido y es capaz de ponerle ilusión a
la vida y sacar a sus hijos adelante con una sonrisa en los labios y una gran
confianza en Dios; el soldado que elige correr el riesgo de recibir un balazo en
alguna misión humanitaria de pacificación o de atención médica; los que ofrecen
su tiempo y su amor en recuperar a jóvenes drogadictos o en otros tipos de
voluntariado. Ellos, créeme, son auténticos héroes de tu mundo.
Te he presentado la vida de un gran hombre, de un santo. Él se hizo así. No
nació así. Entregó su vida para que los niños analfabetos y abandonados de
Francia y de todo el mundo pudieran llegar a ser conscientes de su gran
dignidad como hombres y como hijos de Dios
Se vació a sí mismo en entrega total para que otros llenaran su vida de
felicidad. Fue un trozo de pan que se reparte a los hambrientos del mundo. Hizo
lo que tenía que hacer. Respondió a Dios: `Aquí estoy, aquí me tienes". Cada vez
que la vida le pedía un sacrificio para que otros pudieran tener, vida, él dijo: "Sí".
Este hombre no es un santo de escayola, tuvo carne y huesos, mente y
corazón. No fue un fantasma flotando entre el cielo y la tierra, sino más bien,
al igual que su Instituto, un árbol que hunde sus raíces en la tierra fértil de la fe y