Vida de San Juan Bautista De La Salle VIDALASALLE | Page 22

para los hijos de presos y universidades para lanzar a los jóvenes al mundo laboral con la mejor preparación posible. En nuestros centros se educan, junto con los cristianos, jóvenes judíos, musulmanes, budistas, hindúes y sintoístas. En nuestros claustros también hay Profesores de estas religiones. Desearíamos ser todo para todos de una manera inteligente, generosa y llena de fe. Debido a esta diversidad de profesionales de la enseñanza inspirados en nuestro estilo educativo, fui nombrado por Pío XII Patrono Universal de todos los maestros. Ellos, los maestros, son mi pasión. Hoy, después del Concilio Vaticano II, las puertas de nuestras escuelas se han abierto con gozo y confianza ilimitada a casi 100 000 profesores laicos. Son hombres y mujeres profesionales de la educación, catequistas y colaboradores que desean compartir con los Hermanos la misma misión evangelizadora y educativa, unidos en la Asociación La Salle. Dos congregaciones femeninas de religiosas se han sumado a nuestra familia en el siglo XX. Unas se llaman "Hermanas Guadalupanas de La Salle" y surgieron en México y las otras "Lasallian Sisters" o Hermanas Lasallanas y son originarias de Vietnam. Sus comunidades se extienden por México, Brasil, Colombia, Bolivia, Estados Unidos, Filipinas, Madagascar y Vietnam, siempre al lado de los niños y niñas más necesitados. Igualmente, han nacido y crecido con el espíritu de La Salle el Instituto Secular de la Unión de Catequistas de Jesús crucificado y de María Inmaculada, y la Fraternidad Signum Fidei, con estilo de vida propio y vuelto especialmente a los pobres. Cada año, muchachos y muchachas, jóvenes y valientes, siguen uniéndose a nosotros con el deseo de buscar a Dios allí donde yo también lo encontré y de formarse para ser los Hermanos y Hermanas del mañana. Como ves, cuando Dios empieza algo, esto no tiene fin. Él plantó la semilla de la Familia La Salle en Fran n hace más de 300 años, y esa semilla se ha convertido en un gran árbol con sus ramas extendidas por todo el mundo. Yo sólo me coro~ una parte de ese árbol. Así pues, no tuve mucho que ver con todo esto. Bueno, sí lo tuve, pero no demasiado. Imagino que Dios se sirvió de mí para depositar la semilla y fue preciso morir para que el árbol pudiera echar raíces, crecer y dar fruto. Tal vez sea esta la razón de tanto sufrimiento y dificultades en esta vida. Si lees alguna biografía mía, no te olvides de lo siguiente: lo que hizo nacer el Instituto fue sólo la acción de Dios a través de la gente y de las circunstancias. Dios sabe muy bien lo que yo siempre dije, que el Instituto es cosa suya, no