VIAJES DE GULLIBER Swift, Jonathan - Los viajes de Gulliver | Page 57

51 Su Majestad el rey envió a buscar a tres eminentes sabios que estaban de servicio semanal, conforme es costumbre en aquel país. Estos señores, una vez que hubieron examinado mi figura con toda minuciosidad, fueron de opiniones diferentes respecto de mí. Convinieron en que yo no podía haber sido producido según las leyes regulares de la Naturaleza, porque no estaba constituido con capacidad para conservar mi vida, ya fuese por ligereza, ya por trepar a los árboles, ya por cavar hoyos en el suelo. Por mis dientes, que examinaron con gran detenimiento, dedujeron que era un animal carnívoro; sin embargo, considerando que la mayoría de los cuadrúpedos era demasiado enemigo para mí, y el ratón silvestre, con algunos otros, demasiado ágil, no podían suponer cómo pudiera mantenerme, a no ser que me alimentase de caracoles y varios insectos, que citaron, para probar, con mil argumentos eruditos, que no me era posible hacerlo. Uno de aquellos sabios se inclinaba a creer que yo era un embrión o un aborto; pero este juicio fue rechazado por los otros dos, que hicieron observar que mis miembros eran acabados y perfectos, y que yo había vivido varios años, como lo acreditaba mi barba, cuyos cañones descubrieron claramente con ayuda de una lente de aumento. No admitieron que fuese un enano, porque mi pequeñez iba más allá de toda comparación posible, ya que el enano favorito de la reina, que era el más pequeño que jamás se conoció en aquel reino, tenía cerca de treinta pies de altura. Después de mucho debatir, concluyeron, unánimes, que yo era, sencillamente, un relplum scalcatch, lo que, interpretado literalmente, significa lusus naturæ, determinación en todo conforme con la moderna filosofía de Europa, cuyos profesores, desdeñando el antiguo efugio de las causas ocultas, con que los discípulos de Aristóteles trataban en vano de disfrazar su ignorancia, han inventado esta solución para todas las dificultades que encuentra el imponderable avance del humano conocimiento. Después de esta decisiva conclusión, se me rogó que hablase alguna cosa. Me aproximé al rey y aseguré a Su Majestad que yo procedía de un país que contaba varios millones de personas de ambos sexos, todas de mi misma estatura, donde los animales, los árboles y las casas estaban en proporción, y donde, por tanto, yo era tan capaz de defenderme y de encontrar sustento como cualquier súbdito de Su Majestad pudiera serlo allí; lo que me pareció cumplida respuesta a los argumentos de aquellos señores. A esto, ellos replicaron sólo diciendo, con una sonrisa despreciativa, que el labrador me había enseñado la lección muy bien. El rey, que tenía mucho mejor sentido, despidió a sus sabios y envió por el labrador, que, afortunadamente, no había salído aún de la ciudad. Habiéndole primero interrogado a solas, y luego confrontádole conmigo y con la niña, Su Majestad empezó a creer que podía ser verdad lo que yo le había dicho. Encargó a la reina que mandase tener especial cuidado de mí y fue de opinión de que Glumdalclitch continuara en su oficio de guardarme, porque advirtió el gran afecto que nos dispensábamos. Se dispuso para ella en la corte un alojamiento conveniente y se le asignó una especie de aya que cuidase de su educación, una doncella para vestirla y otras dos criadas para los menesteres serviles; pero mi cuidado se le encomendó a ella enteramente. La reina encargó a su mismo ebanista que discurriese una caja tal que pudiese servirme de dormitorio, de acuerdo con el modelo que conviniésemos Glumdalclitch y yo. Este hombre era un ingeniosísimo artista, y, siguiendo mis instrucciones, en tres días me acabó un cuarto de madera de dieciséis pies en cuadro y doce de altura, con ventanas de vidrieras, una puerta y dos retretes, como un dormitorio de Londres. El tablero que formaba el techo podía levantarse y bajarse por medio de dos bisagras para meter una cama dispuesta por el tapicero de Su Majestad la reina, y que Glumdalclitch sacaba al aire todos los días, hacía con sus propias manos y volvía a entrar 57