VIAJES DE GULLIBER Swift, Jonathan - Los viajes de Gulliver | Page 37
31
Artículo I
«Que el citado Quinbus Flestrin, habiendo traído la flota imperial de Blefuscu al puerto
real, y habiéndole después ordenado Su Majestad Imperial capturar todos los demás barcos
del citado imperio de Blefuscu y reducir aquel imperio a la condición de provincia, que
gobernase un virrey nuestro, y destruir y dar muerte no sólo a todos los desterrados
anchoextremistas, sino asimismo a toda la gente de aquel imperio que no abjurase
inmediatamente de la herejía anchoextremista, él, el citado Flestrin, como un desleal traidor
contra Su Muy Benigna y Serena Majestad Imperial, pidió ser excusado del citado servicio
bajo el pretexto de repugnancia a forzar conciencias y a destruir las libertades y las vidas de
pueblos inocentes.
Artículo II
»Que siendo así que determinados embajadores llegaron de la corte de Blefuscu a pedir
paz a la corte de Su Majestad, el citado Flestrin, como un desleal traidor, ayudó, patrocinó,
alentó y advirtió a los citados embajadores, aunque sabía que se trataba de servidores de un
príncipe que recientemente había sido enemigo declarado de Su Majestad Imperial y estado
en guerra declarada contra su citada Majestad.
Artículo III
»Que el citado Quinbus Flestrin, en contra de los deberes de todo súbdito fiel, se
dispone actualmente a hacer un viaje a la corte e imperio de Blefuscu, para lo cual sólo ha
recibido permiso verbal de Su Majestad Imperial, y so color del citado permiso pretende
deslealmente y traidoramente emprender el citado viaje, y, en consecuencia, ayudar, alentar
y patrocinar al emperador de Blefuscu, tan recientemente enemigo y en guerra declarada
con Su Majestad Imperial antedicha.
»Hay algunos otros artículos, pero éstos son los mas importantes, y de ellos os he leído
un extracto.
»En el curso de los varios debates habidos en esta acusación hay que reconocer que Su
Majestad dio numerosas muestras de su gran benignidad, invocando con frecuencia los
servicios que le habíais prestado y tratando de atenuar vuestros crímenes. El tesorero y el
almirante insistieron en que se os debería dar la muerte más cruel e ignominiosa, poniendo
fuego a vuestra casa durante la noche y procediendo el general con veinte mil hombres
armados de flechas envenenadas a disparar contra vos, apuntando a la cara y a las manos.
Algunos servidores vuestros debían recibir orden secreta de esparcir en vuestras camisas y
sábanas un jugo venenoso que pronto os haría desgarrar vuestras propias carnes con
vuestras manos y morir en la más espantosa tortura. El general se sumó a esta opinión, así
que durante largo plazo hubo mayoría en contra vuestra; pero Su Majestad, resuelto a
salvaros la vida si era posible, pudo por último disuadir al chambelán.
»Reldresal, secretario principal de Asuntos Privados, que siempre se proclamó vuestro
amigo verdadero, fue requerido por el emperador para que expusiera su opinión sobre este
punto, como así lo hizo, y con ello acreditó el buen concepto en que le tenéis. Convino en
37