VIAJES DE GULLIBER Swift, Jonathan - Los viajes de Gulliver | Page 137
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entre príncipes, y cuanto más próximo es el parentesco, más firme es la disposición para
reñir. Las naciones pobres están hambrientas, y las naciones ricas son orgullosas, y el
orgullo y el hambre estarán en discordia siempre. Por estas razones, el oficio de soldado se
considera como el más honroso de todos; pues un soldado es un yahoo asalariado para
matar a sangre fría, en el mayor número que le sea posible, individuos de su propia especie
que no le han ofendido nunca.
Asimismo existe en Europa una clase de miserables príncipes, incapaces de hacer la
guerra por su cuenta, que alquilan sus tropas a naciones más ricas por un tanto al día cada
hombre; de esto guardan para sí los tres cuartos y sacan la parte mejor de su sustento. Tales
son los príncipes de Alemania y otras regiones del norte de Europa.
«Lo que me has contado -dijo mi amo- sobre la cuestión de las guerras, sin duda revela
muy admirablemente los efectos de esa razón que os atribuís; sin embargo, es fortuna que
resulte mayor la vergüenza que el peligro, ya que la Naturaleza os ha hecho incapaces de
causar gran daño. Con vuestras bocas, al nivel mismo de la cara, no podéis morderos uno a
otro con resultado, a menos que os dejéis; y en cuanto a las garras de las patas delanteras y
traseras, son tan cortas y blandas, que uno sólo de nuestros yahoos se llevaría por delante a
una docena de los vuestros. Por lo tanto, no puedo por menos de pensar que al referirte al
número de los muertos en batalla has dicho la cosa que no es.»
No pude contener un movimiento de cabeza y una ligera sonrisa ante su ignorancia. Y,
como no me era ajeno el arte de la guerra, le hablé de cañones, culebrinas, mosquetes,
carabinas, pistolas, balas, pólvoras, espadas, bayonetas, batallas, sitios, retiradas, ataques,
minas, contraminas, bombardeos, combates navales, buques hundidos con un millar de
hombres, veinte mil muertos de cada parte, gemidos de moribundos, miembros volando por
el aire, humo, ruido, confusión, muertes por aplastamiento bajo las patas de los caballos,
huidas, persecución, victoria, campos cubiertos de cadáveres que sirven de alimento a
perros, lobos y aves de rapiña; pillajes, despojos, estupros, incendios y destrucciones. Y
para enaltecer el valor de mis queridos compatriotas, le aseguré que yo les había visto volar
cien enemigos de una vez en un sitio y otros tantos en un buque, y había contemplado cómo
caían de las nubes hechos trizas los cuerpos muertos, con gran diversión de los
espectadores.
Iba a pasar a nuevos detalles, cuando mi amo me ordenó silencio. Díjome que cualquiera
que conociese el natural de los yahoos podía fácilmente creer posible en un animal tan vil
todas las acciones a que yo me había referido, si su fuerza y su astucia igualaran a su
maldad. Pero advertía que mi discurso, al tiempo que aumentaba su aborrecimiento por