VIAJES DE GULLIBER Swift, Jonathan - Los viajes de Gulliver | Page 117
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a otro el sistema que habría de seguir para emplearme y pasar el tiempo si tuviese la
seguridad de vivir eternamente.
Si hubiese sido mi suerte venir al mundo struldbrug, por lo que se me alcanza de mi
propia felicidad al considerar la diferencia entre la vida y la muerte, me hubiese resuelto, en
primer término y por cualesquiera métodos y artes, a procurarme riquezas. Puedo esperar
razonablemente que, por medio del ahorro y de la buena administración, en doscientos años
sería el hombre más acaudalado del reino. En segundo lugar, me aplicaría desde los
primeros años de mi juventud al estudio de las artes y las ciencias, con lo que llegaría en
cierto tiempo a aventajar a todos en erudición. Por último, registraría cuidadosamente todo
acto y todo acontecimiento de consecuencia que se produjese en la vida pública, y pintaría
con imparcialidad los caracteres de las dinastías de príncipes y de los grandes ministros de
Estado, con observaciones propias sobre cada punto. Escribiría exactamente los varios
cambios de costumbres, idiomas, modas en el vestido, en la comida y en las diversiones.
Con estas adquisiciones, sería un tesoro viviente de conocimiento y sabiduría, y la nación
me tendría, ciertamente, por un oráculo.
No me casaría después de los sesenta años, sino que viviría en prácticas de caridad,
aunque siempre dentro de la economía. Me entretendría en formar y dirigir los
entendimientos de jóvenes que prometiesen buen fruto, convenciéndoles, basado en mis
propios recuerdos, experiencias y observaciones, robustecidos por ejemplos numerosos, de
la utilidad de la virtud en la vida pública y privada. Pero mi preferencia y mis constantes
compañeros estarían en un grupo de mis propios hermanos en inmortalidad, entre los cuales
escogería una docena, desde los más ancianos hasta mis contemporáneos. Sí alguno de ellos
careciese de medios de fortuna, yo le asistiría con alojamientos cómodos, instalados en
torno de mis propiedades, y siempre sentaría a mi mesa a varios de ellos, mezclando sólo
algunos de los de mayor mérito de entre vosotros los mortales, a quienes perdería,
endurecido por lo dilatado del tiempo, con poco o ningún disgusto, para tratar después lo
mismo a su posteridad; justamente como un hombre encuentra diversion en el sucederse
anual de los claveles y tulipanes de su jardín, sin lamentar la pérdida de los que marchitó el
año precedente.
Estos struldbrugs y yo nos comunicaríamos mutuamente nuestros recuerdos y
observaciones a través del curso de los tiempos; anotaríamos las diversas gradaciones por
que la corrupción se desliza en el mundo y la atajaríamos en todos sus pasos, dando a la
Humanidad constante aviso e instrucción; lo que, unido a la poderosa influencia de nuestro
propio ejemplo, evitaría probablemente la continua degeneración de la naturaleza humana,
de que con tanta justicia se han quejado todas las edades.
Añádanse a esto los placeres de ver las varias revoluciones de estados e imperios, los
cambios del mundo inferior y superior, antiguas ciudades en ruinas y pueblos obscuros
convertirse en sedes de reyes; famosos ríos reducidos a someros arroyos; el océano dejar
unas playas en seco e invadir otras; el descubrimiento de muchos países todavía
desconocidos; infestar la barbarie las más refinadas naciones y civilizarse las más bárbaras.
Vería yo entonces el descubrimiento de la longitud, del movimiento perpetuo y de la
medicina universal, y muchos más grandes inventos, llegados a la más acabada perfección.
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