De lo único que Timmy tuvo oportunidad de sujetarse fue una miga de pan. Su viaje fue divertido y aterrador al mismo tiempo, se resbalaba por jugos raros y babas viscosas, mientras viajaba se daba cuenta de que su miga de pan se iba deshaciendo, hasta el punto en el que no quedó nada de ella. En ese momento se encontró a sí mismo sentado en un lugar más extraño que todos los anteriores en los que había estado, era un lugar super super lento para pasar a comparación del rápido camino que había recorrido antes. Intentó levantarse y se cayó en un pozo tan resbaloso que no pudo salir de él. Se asustó y comenzó a llorar pero, para su suerte, una bacteria que pasaba por ahí lo escuchó y se encaminó a ayudarlo:
-Ey! ¿Qué hacés ahí? Tenemos que seguir, todavía nos falta una buena parte del camino -le dijo, mirándolo desde arriba.
-Me caí en este pozo y ahora no puedo salir -dijo Timmy, lloriqueando, a lo que sólo parecía una forma extraña por la poca luz.
-Entonces flotá -dijo, como si fuera obvio.
-¡No puedo flotar!-
-¿Cómo que no? ¿Acaso tu mamá no te enseñó? ¿Qué clase de bacteria eres?-
-¡No soy una bacteria, soy un niño!-
-Oh, entonces supongo que tengo que ayudarte -
Timmy volvió a soltar lágrimas de sus ojos, no sabía qué hacer.
-Bien, ya está, no pasa nada -dijo la extraña silueta, acercándose a Timmy-
En ese momento se dió cuenta de que el pequeño estaba asustado así que volvió a intentar calmarlo:
-Tranquilo, yo te voy a ayudar, no tengas miedo -
Después de que Sheila calmara a Timmy, él comenzó a contarle cómo llegó hasta ahí.