DEPECHE
MODE
Todo depende de cómo plantear el destino musical de las grandes bandas mundiales. Si dedicamos unos minutos a pensar detalladamente lo que significa para la gente bandas tan aterradoras como Rolling Stones, The Beatles, AC/DC o Led Zepellin, yo asomo levemente mi hocico de cazador bufo y sugiero que introduzcamos a esa eterna lista ávida, nombres de sobra conocidos por el consumido rock. Kraftwerk, Jean Michel Jarre, Orbital, Orchestra Manouvres in the dark o Depeche Mode son unos contundentes ejemplos para ratificar mi hipótesis.
Estos grupos citados son claros nombres de la mejor electrónica (o música hecha por maquinitas) mundial. Un estilo que respetamos, que todos adoramos y que convertiremos en imperecedero si nos ponemos tan cazurros como los nostálgicos del rock clásico, aunque personalmente prefiera que todo discurra en el consumismo inmediato y no se convierta en sonidos clave para la posteridad, eso es horrible. Como horrible es el estancamiento.
Cuando en 1980 cuatro jóvenes británicos (Martin Gore, Andrew Fletcher, David Gahan y Vince Clarke) cambian el pomposo nombre de Composition Of Sound por uno de una revista de moda extranjera de nombre "Depeche Mode" no se podían imaginar que estaban empezando una de las carreras más importantes de la historia de la música contemporánea.
Hablar de Depeche Mode es hablar de una banda histórica, modelo a seguir por tantos y tantos grupos actuales y no tanto, que a su vez han seguido sus formas, actitudes y pasiones. La electrónica no sería lo mismo si no existiera un grupo de este calibre. Hacer un análisis de la música de los últimos veinte años sin citar el nombre de esta banda, de alguno de los componentes, de algún vídeo o portada y lo más importante de alguna canción sería tarea harto complicada.