veredes, arquitectura y divulgación VADo1 Los Inicios | Page 66

VAD. 01 | Junio 2019 | ISSN 2659-9139 e-ISSN 2659-9198 La estimulación de Van Doesburg va a resultar fundamental en la trayec- toria de Mies, por mucho que reniegue del formalismo. Igualmente la OSA reniega de la ASNOVA para defender los mismos planteamientos que ella. El “romanticismo ingenieril” de la OSA busca un vocabulario formal con- temporáneo que organice un nuevo mundo y un nuevo hombre. La van- guardia pictórica ha destruido el objeto, la realidad, y, con los fragmentos de esa destrucción, la arquitectura tiene la misión de construir una nueva realidad. La abstracción ha concluido su fase analítica, descompositiva. Ahora llega el momento de armar una nueva realidad. Paralelamente, está el tema político: La rígida planificación económica no deja márgenes de liber- tad a la organización social si no es dentro de los límites de sus mismas connaturales vacilaciones, y las tareas arquitectónicas y urbanísticas deben responder sobre todo a una lógica realista, Caen así muchas utopías, si bien surgen otras: la utopía román- tica de la ciudad de hierro y vidrio cede el paso a los esquemas de precisas e inmediatas organizaciones estructurales del país. 23 23 Feo, La arquitectura en la U.R.S.S., 1917-1936, 67. La OSA trabaja en el diseño de comunas y en vivienda mínima, proponien- do nuevas tipologías. La arquitectura busca, para este nuevo funcionalis- mo, formas y materiales nuevos. La vanguardia abandona la abstracción para hacerse cargo de una realidad muy concreta. La vanguardia acomete la titánica labor de destruirlo todo y construirlo de otra manera. Pero la política del “realismo socialista” volverá a un clasi- cismo que convertirá las disputas entre corrientes de vanguardia en sua- ves desavenencias entre hermanos, ahora sometidos y derrotados por el enemigo común antimoderno. Este artículo, que exigiría un desarrollo mucho más extenso, apunta a una conclusión: las vanguardias artísticas “constructivistas” y “espaciales” del primer tercio del siglo XX, aparte de sus numerosas diferencias de matiz, tenían un objetivo común, que fue el de reinventar el arte a partir de las formas elementales y hacia una composición antisentimental y antiexpre- siva, buscando crear un nuevo universo y un nuevo ser humano “construi- dos” a salvo de la tragedia. Lamentablemente, el viejo mundo estaba a punto de estallar en una ho- rrible guerra que dio al traste con todas aquellas intenciones. 66 JOSÉ RAMÓN HERNÁNDEZ CORREA. Vanguardia: el comienzo de un universo sin tragedia. pp. 54-67