veredes, arquitectura y divulgación VADo1 Los Inicios | Page 31
ISSN 2659-9139 e-ISSN 2659-9198 | Junio 2019 | 01.VAD
Viene pues oportunamente la Exposición de García Mercadal,
admirador entusiasta de Le Corbussier (sic) y propagandista en-
tre nosotros de sus radicales teorías. Un régimen de austeridad,
de sencillez, de lógica constructiva es ya necesidad urgente que
no cabe aplazar. Y un retorno al culto de la línea pura, al vo-
lumen proporcionado al destino, a la calidad herreriana como
medicina que limpie y desintoxique nuestra arquitectura de las
impurezas seudodecorativas, de fachadas ridículamente preten-
ciosas, del abuso de la escayola, de la simulación y de la mentira
cursi. (…) Esta moderna orientación constructiva necesita apoyo
y atención. Ha de amoldarse a las necesidades españolas, tan
diversas —variedad de climas y costumbres— y, por tanto, ha de
ser materia de ensayo durante algún tiempo. 11
La arquitectura racionalista no era rechazada de plano, pero todavía se
miraba con cierta desconfianza. Era una “materia de ensayo”, que tenía
validez en cuanto a su capacidad de aportar soluciones accesibles a las
necesidades de vivienda surgidas tras la Gran Guerra y que podía ayudar
a aliviar los excesos decorativos heredados de los estilos historicistas.
11 Méndez Casal, Antonio. “Al margen
de las Exposiciones”. Blanco y Negro.
28 de abril de 1929, 14-16.
No puede faltar, eso sí, la alusión a la arquitectura herreriana, auténtico
faro de referencia contra el que se compara cualquier propuesta arqui-
tectónica. Como es sabido, esta obsesión por El Escorial como aspiración
estilística se convertiría en una constante a partir de la finalización de la
Guerra Civil.
A menudo se defiende que al común de la población no le interesa la
arquitectura. Al menos no esa arquitectura que, publicada en las revistas,
todos reconocemos como “buena”, con un criterio que, sin embargo, de-
pende tanto de su calidad como de otra serie de factores, como modas o
influencias. Este artículo se plantea, precisamente, para analizar la solidez
de ese axioma. Si, históricamente, al público no especializado no le ha in-
teresado la arquitectura, quizá haya sido por no haber podido conocerla
de manera adecuada.
¿Podría ese desconocimiento haber provocado un desinterés por la ma-
teria que derivara en la aceptación de modelos más fáciles de entender,
de apreciar y, por tanto, de demandar?
A la luz de los ejemplos mencionados, podemos afirmar que, aunque de
una forma algo tímida, las primeras vanguardias eran conscientes de la
necesidad de hacer llegar sus propuestas al público general de una ma-
nera directa e inteligible. La Guerra Civil, y sus consecuencias en materia
cultural interrumpieron cualquier iniciativa relacionada con la arquitectu-
ra de vanguardia. Sólo nos queda, pues, imaginar hasta dónde hubieran
sido capaces de calar en la sociedad española sus ideas a la luz de estos
prometedores inicios.
ALBERTO RUIZ COLMENAR. El Sol y La Gaceta Literaria. Los inicios del periodismo arquitectónico en España. pp.16-32
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