Verdad y Vida Julio-Septiembre 2017 | Page 17

Hemos sido buenos cristianos y no que- remos ser amontonados con un puñado de perdedores inmorales que no hacen nada más que poner su confianza en Cristo, al que nos hemos esforzado por imitar y obedecer durante tanto tiempo. (Te damos gracias, oh Dios, porque no somos como el resto de las personas, avaras, deshonestas, adulteras o, en este aspecto, como este defraudador). Supongamos que aceptamos un de- safío: Abandonamos la farsa. Dejamos atrás las tácticas del legalismo y el te- mor. Dejamos de pretender que somos merecedores y justos, admitimos que somos pecadores sin esperanza, sin nada que presentar en nuestro favor y ponemos nuestra confianza en Jesu- cristo, por cuya causa Dios justifica a los injustos: “Sin embargo, al que no traba- ja, sino que cree en el que justifica al malvado, se le toma en cuenta la fe co- mo justicia” ( Romanos 4:5) . Deja atrás el sinsentido sobre que e so significa que podríamos “salir y pe- car todo lo que quisiéramos, puesto que estamos ya perdonados”. Nadie que confía en Dios quiere pecar. Cuando confías en que Dios te ama y te perdo- na, deseas ser como Jesús; no quieres pecar. Pero cuando lo hacemos, a pe- sar de que no queremos hacerlo, tene- mos a un abogado para con el Padre: “Mis queridos hijos, os escribo estas co- sas para que no pequéis. Pero si alguno peca, tenemos ante el Padre a un inter- cesor, a Jesucristo, el Justo. Él es el sa- crificio por el perdón de nuestros peca- dos, y no solo por los nuestros sino por los de todo el mundo” (1 Juan 2:1-2) . Y Dios nos dice esto para que no peque- mos, como afirma el versículo 1, no pa- ra que lo hagamos. www.comuniondelagracia.es Es como lo que Pablo le dijo a Tito: “En verdad, Dios ha manifestado a toda la humanidad su gracia, la cual trae salva- ción y nos enseña a rechazar la impie- dad y las pasiones mundanas. Así po- dremos vivir en este mundo con justicia, piedad y dominio propio, mientras aguardamos la bendita esperanza, es decir, la gloriosa venida de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo. Él se entre- gó por nosotros para rescatarnos de to- da maldad y purificar para sí un pueblo elegido, dedicado a hacer el bien” (Tito 2:11-14) . Es la gracia la que nos enseña a de- cir no a la impiedad y las pasiones mundanas. Es la gracia de Dios la que nos mueve a hacer lo que es bueno. Saber que estamos ya perdonados y que hemos sido aceptados por el amor incondicional de Dios en Cristo no nos lleva al taller del diablo, sino a una rela- ción más profunda con nuestro Padre amoroso, con nuestro Señor y Salvador Jesucristo por medio del Espíritu Santo. ¡El evangelio es así de simple! ¡Es bue- nas noticias verdaderamente! Verdad y Vida Julio - Septiembre 2017 17