Están llenas de deudas cuyo costo es
mayor que el valor de lo heredado. Cristo? ¿Qué cuesta recibirlo y aceptar-
lo? ¿Qué cuesta seguir a Cristo?
Pero no sucedió así con el regalo de
Dios. Su Unigénito tomó carne y vino a
esta tierra como el regalo más valioso
que se nos podía dar, y nos lo dio a pe-
sar de que ninguno de nosotros lo me-
recíamos. Así es como el apóstol Pablo
lo expresó siendo inspirado por el Espí-
ritu Santo: “…A causa de esa naturale-
za merecíamos el terrible castigo de
Dios, igual que los demás. Pero Dios es
tan misericordioso y nos amó tanto, que
nos dio vida juntamente con Cristo
cuando todavía estábamos muertos a
causa de nuestros pecados…Pues por
la bondad de Dios habéis recibido la
salvación por medio de la fe. No es esto
algo que vosotros mismos hayáis con-
seguido, sino que os lo ha dado Dios.
No es el resultado de las propias accio-
nes, de modo que nadie puede jactarse
de nada” (Efesios 2:3-5, 8-9 Versión Bi-
blia Dios Habla Hoy 2002) . Jesús nos llama a creer en él como
el regalo de Dios que nos da la vida, a
arrepentirnos de nuestra autosuficiencia
y de pensar que podemos y tenemos
que hacer algo para ganarnos y ser me-
recedores de la salvación. Creer y arre-
pentirnos son las respuestas que mues-
tran que recibimos el regalo gratuito que
Jesús ya nos ofreció en la cruz.
Quizás has crecido pensando que
tenías que hacer algo para ganarte el
favor de Dios, pero su palabra nos dice
clara y enfáticamente que Jesús nos
salvó con su muerte justificadora antes
de que pudiésemos responder en forma
alguna, ya que “estabais muertos en
vuestros delitos y pecados” ( Efesios
2:1) , y un muerto que yo sepa no puede
hacer nada. Nuestra acción se inicia
cuando empezamos a responder, pero
no antes, cuando Dios nos despierta a
la realidad de lo que nos ha dado y nos
ha hecho ser en Jesucristo.
Nuestra respuesta
¿Cómo respondemos al regalo que
Dios nos ha dado inmerecidamente en
www.comuniondelagracia.es
La actitud receptiva que Jesús bus-
ca en nosotros, en respuesta al regalo
de sí mismo, la señaló con una multitud
de dichos: “El Hijo del hombre vino a
buscar lo que se había perdido” (Lucas
19:10) . “No son los sanos los que nece-
sitan médico sino los enfermos” (Lucas
5:31) . “Os aseguro que el que no reciba
el reino de Dios como un niño, de nin-
guna manera entrará en él” (Marcos
10:15). También dijo que tenemos que
ser como el suelo que “recibe la Pala-
bra” del sembrador “con gozo” (Lucas
8:13). O “buscad primeramente el reino
de Dios y su justicia” (Mateo 6:33) .
Recibir lo que Jesús nos ofrece, y
por lo tanto beneficiarnos de lo que nos
da, requiere reconocer que estábamos
perdidos y necesitábamos ser encon-
trados, que estábamos enfermos y ne-
cesitábamos de un médico, que veni-
mos a Jesús a recibir con las manos
vacías y sucias, en lugar esperando po-
der ofrecerle nuestras supuestas bon-
dades a cambio de su perdón y miseri-
cordia. Un bebé no presume de tener
algo que necesita, sino que depende
absolutamente de sus padres. Esta es
la razón por la que Jesús dice que son
los “pobres de espíritu” los que están
recibiendo las bendiciones de Dios y su
Verdad y Vida Julio - Septiembre 2017
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