LA
PÁGINA DE
TAMMY TKACH
Emmanuel, nuestro Redentor
A
l celebrar el nacimiento de
nuestro Redentor, las palabras
iniciales de un hermoso himno vienen a mi mente: “Hay un redentor, Jesús el propio Hijo de Dios“. Redención no es una palabra que usemos
mucho, quizás cuando intercambiamos
puntos por mercancía. Puede que haya
veces en las que hablamos de redimir el
tiempo, particularmente para referirnos a
recuperarnos de una juventud malgastada o de oportunidades perdidas.
Incluso cuando pensamos en redención como una palabra religiosa, puede
que no tengamos claro su significado.
Una de las historias de redención mejor
conocidas se encuentra en el Libro de
Rut. Una historia de amor bíblica sobre la
tragedia y el triunfo de una joven viuda y
su pariente, héroe redentor, Booz. Quizás conozcas la historia. La experiencia
de Rut nos ayuda a comprender lo que
significa ser redimido.
Bajo la ley del antiguo Israel, el pariente más cercano de una viuda podía,
después de su petición, casarse con ella
y restaurar así la propiedad de la familia,
y continuar también la línea familiar del
esposo muerto. Cuando Rut se acostó a
los pies de Booz en la era no estaba haciendo algo inapropiado, estaba reclamando su derecho a que ejerciera como
pariente redentor. Un familiar más cercano, que tenía prioridad, renunció a casarse con Rut y el resto es historia; Rut ocupó su lugar en la genealogía de Jesús.
Al casarse con Rut, que era una nue18
Verdad y Vida Enero – Febrero 2017
ra gentil de la esposa de uno de sus parientes, una “don nadie” para él, Booz
restauró su honor, su dignidad, su propiedad y su herencia. Y por extensión,
Noemí, la suegra de Rut recuperó su vida, se le dio un futuro y una esperanza.
Booz fue un tipo de Cristo, señalando
a Jesús como el pariente redentor de toda la humanidad quien nos rescataría del
pecado y de la muerte. Jesús se dio a sí
mismo por nosotros, restaurando nuestra
esperanza y nuestro futuro. Su sacrificio
nos salvó de la esclavitud de Satanás y
nos liberta para estar en él, con bendiciones ahora y la esperanza de la vida
eterna con él.
Lo más hermoso sobre nuestra redención es que no fue una transacción.
Así como Rut no tenía nada que ofrecer
a Booz sino a sí misma, nosotros no tenemos nada que ofrecerle a Jesús, sino
a nosotros mismos con nuestros pecados y todo. Fue un plan de Dios ideado
antes de la fundación del universo, y fue
motivado y modelado por una cosa: su
amor maravilloso. Al convertirse en un
ser humano como nosotros, pero permaneciendo Dios; de zigoto a embrión, a
feto, luego de bebé a niño, a preadolescente, a adolescente y a adulto, Jesús
nos redimió, sanándonos de nuestro pecado y separación y atrayéndonos a sí
mismo. De la misma forma que Booz
cambió la vida de Rut, haciéndola parte
de su familia, Jesús nos ha llevado a la
vida del Padre, el Hijo y el Espíritu, y en
él no somos extranjeros más. Nuestro
Pariente-Redentor se convirtió en uno de
nosotros para hacernos uno con él.
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