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para su uso como combustible en vehículos de tracción a motor. Así las cosas, lo
único seguro es que dentro de apenas un mes, acaso antes, todos los coches,
camiones y motocicletas de Venezuela, todos, dejarán de andar porque ya no
habrá gasolina para moverlos. Y ese "todos" también incluye a los tanques,
barcos y aviones del Ejército Bolivariano.
Ese es el verdadero talón de Aquiles de los chavistas, que no el boicot
financiero internacional del que tanto se habla y que tan poco daño real les podrá
hacer, por la muy prosaica razón de que ya hace mucho tiempo que nadie le
presta ni un céntimo al Gobierno de Maduro. Y sin que hubiera necesidad de
declarar boicot oficial alguno. Ni siquiera los chinos le dan dinero a Maduro,
porque no se fían de que lo pudieran recuperar. Los famosos créditos de China a
Venezuela son en realidad transferencias financieras directas de Pekín a las
empresas de su país que participan en los grandes proyectos de excavaciones
mineras en el Arco del Orinoco. Maduro ve pasar todo ese dinero por delante de
sus narices, pero los chinos no le dejan tocar ni un dólar. Ni uno. De ahí que el
genuino catalizador de la crisis venezolana vaya a ser, casi tanto como la actitud
final de los militares, la desaparición de la gasolina. Y no solo su desaparición,
sino algo muchísimo más peligroso aún para Maduro. Porque la totalidad de la
gasolina que consume Venezuela procede, de forma directa o indirecta, de una
única empresa que se ha hecho famosa en las últimas horas: Citgo, el consorcio
de propiedad estatal que posee nada menos que 16.000 surtidores en territorio de
Estados Unidos (además de varias docenas de grandes refinerías de petróleo,
también en suelo norteamericano).
Y Trump va a poner, ya lo está anunciando, Citgo en manos de Guaidó. Lo
que significa que de facto toda la economía de Venezuela va a estar en manos de
Guaidó, con independencia de lo que hagan o dejen de hacer por el camino los
generales, los coroneles, los capitanes y hasta los sargentos de reemplazo. Citgo,