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la joya de la corona, compra petróleo pesado a Caracas, un petróleo que en sí
mismo no sirve para nada, lo refina en Estados Unidos y lo comercializa allí,
repatriando luego los beneficios. Unos beneficios, los de Citgo, que suponen el
único ingreso serio y regular de divisas que hoy obtiene Venezuela. Al tiempo,
vende desde Estados Unidos a su matriz en Caracas los disolventes químicos
imprescindibles a fin de convertir en gasolina el petróleo pesado que extrae
Maduro de sus pozos. Unos disolventes sin los cuales no puede exportar petróleo
comercializable a nadie. Por tanto, perder Citgo significará para Maduro verse
desposeído, y de una sola tacada, de todos los ingresos por divisas que recibe el
país y de toda posibilidad de exportar petróleo a ningún lugar del planeta. Y con
Venezuela entera, por si faltase algo, convertida de la noche a la mañana en
un remake caribeño de Mad Max ante la ausencia súbita de combustible. ¿Jaque
mate? Por desgracia, quizá no.