El avión estaba a punto de partir en dirección a Inglaterra, un destino incierto y muchas esperanzas de dar fin a la guerra. Yo estaba muy preocupada por lo que le fuese a pasar a mi hermano, pero no podía evitar mi angustia por su mejor amigo Thomas. Era un amor en secreto que nunca iba a poder suceder; él amaba a otra mujer. En un abrir y cerrar de ojos el avión partió, yo, en un mar de lágrimas regresé a casa. A la mañana siguiente, sin ganas de vivir; me levanté, me metí a la bañera y en seguida corrí hacia la oficina de correos donde yo trabajaba. Los días siguientes sentí un vacío en mi cuerpo, estaba sola, no estaba mi hermano quien me cuidó y fue como mi segundo padre, también Thomas; un amor imposible que conocí desde que tenía 4 años. Solo había un problema, yo tenía que seguir mi vida sin que nadie notara mi dolor. Los siguientes días hice hasta lo imposible para poder mandar una carta a mi hermano y a Thomas. Tuve que gastar todo mi dinero recaudado en la semana para poder mandar un escrito al otro lado del mundo.