es un brillo, ni un aroma, ni una sonrisa. Son todas esas cosas juntas
unidas a una caricia sincera en toda la cara, pensó Daniel flotando.
Disfrutaba al fin de Andrea como nunca, con una dulzura extrema.
Disfrutaba del Amor profundo, sin obscenidades ni errores carnales.
Amor entero y eterno. Su corazón a mil millones cien mil latidos por
minuto, con fuerza como queriendo gritar, llegando al éxtasis… ¡He
llegad