#vamosjuntos Nº 2
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la demanda y por el agotamiento de los recursos. La evolución del precio del petróleo o de la energía eléctrica es significativa
de una limitada oferta. Las tecnologías de generación alternativa (eólica, solar, de las olas) reducen sus costes y se aproximan a
los de los procesos convencionales.
En un lustro hemos visto descender el precio de los generadores fotovoltaicos de 6 €/W a menos de medio euro/W. La envolvente de los edificios o de las vías de comunicación puede convertirse en una piel activa capaz de captar y acumular la abundante energía solar de nuestro país para utilizarlo o exportar sus excedentes.
El 70% de la energía necesaria en los hogares españoles se destina a usos térmicos: calefacción, agua caliente y refrigeración.
El suelo constituye un excelente acumulador de energía para estos fines y el edificio un suministrador de calor y frío durante el
verano e invierno, y las horas de sol y oscuridad. Un adecuado diseño y un controlador, con menor potencia que un teléfono
móvil se puede encargar de gestionar la energía en la vivienda de acuerdo con nuestros deseos. .
Por otro lado el hidrógeno, procedente actualmente del gas natural u otros derivados del petróleo, se sustituirá por aquel
procedente de los excedentes de electricidad renovable y residuos orgánicos. La expectativa actual para las pilas de combustible también anuncia un drástico descenso en costes para el inmediato futuro. Estos dispositivos son capaces de transformar
hidrógeno en electricidad con elevada eficiencia y sin contaminación alguna y pueden utilizarse para el transporte, los edificios
o las aplicaciones de tipo industrial.
“¿A quién beneficia
el ahorro y la
autosuficiencia? Al
usuario final, al
medioambiente y a
las
futuras
generaciones”
España ha sido hasta hace muy poco un referente mundial en estas tecnologías. Hoy las Administraciones Públicas o las grandes
empresas del sector parecen renegar de las
fuentes renovables de energía, difundiendo como
justificación la sombra de la subvención y el
déficit en normativas claramente adversas.
¿A quién beneficia el ahorro y la autosuficiencia?
Al usuario final, al medioambiente y a las futuras
generaciones. El despilfarro de energía ha sido, y
aún es, regla de diseño y uso. Solo un 16% de los
recursos consumidos alcanzan la etapa final de
aplicación en los países desarrollados. Mayor
consumo, mayor beneficio. Pero… ¿A quién
beneficia el incremento del precio de la energía y
de los impuestos asociados? Basta con observar
la factura de la gasolina, del gas o de la electricidad. Impuestos a la Administración y cuenta de
resultados a las empresas suministradoras.
¿Quién establece la legislación al respecto o
paga los anuncios en los medios de comunicación?
Otra forma de hacer las cosas es posible, es
necesaria. La tecnología está en nuestra mano, el
coste es competitivo y el planeta, en préstamo de
nuestros hijos, nos lo exige.
Vivienda cero energía OIKOS CAR-CSIC
Arganda Madrid
Somos tu voz
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