La campaña de excavación
2012 se desarrolló durante los meses
de junio a agosto íntegramente en la
necrópolis de Las Ruedas, de manera
que por más que se tuviera intención
de extender los trabajos de campo al
presunto santuario situado frente al
cementerio, en la orilla contraria del
arroyo de La Vega, finalmente no fue
posible abrir esta nueva zona.
Una de las razones que demoraron los trabajos en el camposanto fue la mayor dificultad existente
para exhumar la tierra en una zona
extrema del mismo, coincidente con
la orilla de inundación izquierda del
paleocauce del arroyo de La Vega. En
efecto, a diferencia de otros tramos
más occidentales y alejados del curso fluvial donde el sustrato litológico
es de arenas y gravas, de fácil excavación y procesamiento, en la mayor
parte de los sectores intervenidos
nos encontramos con un nivel muy
homogéneo, cercano al metro de
espesor, de coloración oscura y muy
compacto, que una vez seco alcanza
una gran dureza. Así pues, para su
correcta excavación se hizo necesario
inundar reiteradamente las catas de
excavación y esperar a su posterior
oreado.
Ocho son las tumbas obtenidas, la mayoría insertas en dicho
nivel de inundación del paleocauce. Aunque ahora nos referiremos a
ellas, la documentación de un límite
del cementerio por su extremo oriental es sin duda uno de los resultados
más interesantes alcanzados en los
trabajos de este año.
Esta circunstancia nos permite comprobar cómo el arroyo de La
Vega ha ido modificando el trazado
de su cauce a lo largo del tiempo. Sabemos que el actual es fruto de su canalización rectilínea para adaptarse a
la Concentración Parcelaria realizada
en Padilla de Duero en 1984. El ahora
descubierto en las excavaciones es el
existente hace dos mil años. Este paleocauce se sitúa a veinte metros del
actual trazado, pero si observamos
la silueta del arroyo en la fotografía
del vuelo americano de 1956, esto
es, antes de su conversión en canal,
y superponemos el contemporáneo,
a través de una imagen de SIGPAC,
comprobamos que la distancia en
este punto preciso era aún mayor, ya
que el arroyo discurría otros veinte
metros más hacia el este antes de la
Concentración. Es decir, en los últi-
Trazados del siglo I a.C. (1), 1984 (2) y 1956 (3) del arroyo de La Vega a su paso por la necrópolis de Las Ruedas.
El arroyo de La Vega a escasos metros de su desembocadura en el Duero, con sus característicos meandros.
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