Necrópolis de Las Ruedas (Pintia). Detalle del
reverso del pomo del
puñal de la sepultura 32
con imagen de cabra.
Necrópolis de Las Ruedas (Pintia). Detalle del canto del pomo del puñal de la sepultura 32 con imagen de perro (cuarto por la izquierda) entre suidos.
circunstancia, además, de que tanto en
esta tumba como en otras más han sido
recuperados huesos de capra hircus en
unos casos y de ovis aries en otros, lo
que nos invita a pensar que con el consumo de estos animales en los rituales
funerarios vacceos, tan cargados de
simbolismo como debían de estar, quizá
se persiguiese reclamar de las divinidades tan preciados bienes para sus difuntos en el Más Allá.
De esta misma necrópolis procede una segunda representación caprina:
en la sepultura 153, presumiblemente
perteneciente a una niña de elevado estatus social, uno de los más singulares
objetos depositados fue una cajita excisa cuya asa es una esquemática cabeza
de carnero. Desconocemos qué materia
pudo haber contenido esta cajita, pero
es posible que o bien tuviera alguna
relación con dicho animal o bien simplemente se ha utilizado su imagen con
carácter protector de la misma, habida
cuenta la violencia con la que a veces
ataca.
Al hablar de los bóvidos ya hemos expuesto cómo había una copa de
cerámica gris hallada en Palencia ca-
El Soto de Medinilla. Cuenco con
friso de gallos pintados.
pital que posee bajo sus asas cabezas
aplicadas de lo que no sabemos bien si
son toros o cabras, pues los estriados
cuernos parecen más propios de estas
últimas que de aquéllos. En caso de que
se tratase de cabras, estaríamos ante un
documento caprino más elaborado por
manos vacceas.
El perro
Unas páginas más arriba señalábamos cómo para los jóvenes guerreros
de las ciudades vacceas la práctica de
la caza mayor, como oportunidad para
demostrar valor y como adiestramiento
permanente de cara al ejercicio de la
guerra, debió de ser una actividad muy
habitual. De esto habríamos de deducir
que la misma se desarrollaría con la ayuda de perros, pues, por una parte, restos óseos pertenecientes a ellos sí aparecen en las colecciones faunísticas que
se vienen recuperando en yacimientos
vacceos e incluso dentro de la botella E
de la tumba 128 de Las Ruedas se hallaron huesos de canis familiaris presuntamente consumido durante el banquete
funerario; por otra, contamos con una
posible escena de caza: en una tapadera
de caja hallada en la necrópolis palentina de Eras del Bosque se encuentran
pintados dos posibles perros tratando
de atrapar a un cérvido. A pesar de esto,
el perro no parece que fuera un animal
con mucho atractivo para ser representado en las producciones artesanales
vacceas. Y ello aun asumiendo que puede que alguna imagen concreta que venimos interpretando como un lobo no
sea más que un dócil perro, pero incluso
así, sigue siendo muy escasa su presencia en la iconografía vaccea.
Como acertadamente, a nuestro
entender, interpretara C. Sanz Mínguez
en 1997, un perro, más que un lobo, parece ser el cánido que vemos en la zona
izquierda del canto del pomo de puñal
de la tumba 32 de la necrópolis de Las
Ruedas al que tanto nos estamos refiriendo en este trabajo. Nada hay en él
de agresivo y simplemente parece estar
olfateando el terreno tras alguna presa.
Lo difícil es interpretar a qué se debe
que aparezca entre suidos. Qué mensaje está tratando de transmitir. Porque
para el guerrero propietario del arma y
para el artesano del metal que la fabricó
estaría muy claro, pero para nosotros es
impenetrable.
Resulta difícil aproximarnos a los
contenidos simbólicos que los vacceos
depositaron en el perro, a buen seguro
muy similares o idénticos a los que en
ellos verían los celtíberos, quienes, por
otra parte, de él nos legaron un número
mayor de imágenes. Quizá en parte se
solaparan con algunos de los que caracterizaban al caballo: docilidad, fidelidad
y nobleza para con el hombre, pero, y
sólo en el caso del perro, agresividad
para con los animales objeto de caza y
para con los enemigos de su dueño. En
la iconografía de la Céltica europea el
perro también ocupa una posición muy
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