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10 Oda al Jet José María Arguedas (Poemario Katatay, 1972) Abuelo mío. Estoy en el Mundo de Arriba, sobre los dioses mayores y menores, conocidos y no conocidos. ¿Qué es esto? Dios es hombre, el hombre es dios. He aquí que los poderosos ríos, los adorados, que partían el mundo, se han convertido en el más delgado hilo que teje la araña. El hombre es dios. ¿Dónde está el cóndor, dónde están las águilas? Invisibles como los insectos alados se han perdido en el aire o entre las cosas ignoradas. Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo: no os encuentro, ya no sois; he llegado al estadio que vuestros sacerdotes, y los antiguos, llamaron el Mundo de Arriba. En ese mundo estoy, sentado, más cómodamente que e ningún [otro] sitio, sobre un lomo de fuego, hierro encendido, blanquísimo, hecho por la mano del hombre, pez de viento. Sí. Jet es su nombre. Las escamas de oro de todos los mares río no alcanzarían a brillar como él brilla. El temible filo de nieve de las sagradas montañas, allá abajo resplandece, pequeñito; se ha convertido en lastimoso carámbano. El hombre es dios. Yo soy hombre. El hizo este incontable pez golondrina de viento. ¡Gracias, hombre! No hijo del Dios Padre sino su hacedor. Gracias, padre mío, mi contemporáneo. Nadie sabe hasta qué mundos lanzarás tu flecha. Hombre dios: mueve este pez golondrina para que tu sangre creadora se ilumine más a cada hora.¡El infierno existe! No dirijas este fuego volador, señor de los señores, hacia el mundo donde se cuece la carne humana; que esta golondrina de oro de los cielos fecunde otros dioses en tu corazón, cada día.