La complejidad
Explicada a los niños
Pedro Cortés Rodríguez
Quien dice la verdad, casi no dice nada.
A. Porchia
Si el pensamiento complejo es, como aseguran sus representantes más conocidos, el pensamiento que integra la incertidumbre y que es capaz de concebir la organización. Que es capaz de religar, de contextualizar, de globalizar, pero, al mismo tiempo, de reconocer lo singular y lo concreto. Y cuyo reconocimiento de que nuestra situación cultural/histórica nos plantea las cuestiones cognitivas esenciales de ¿cómo salvaguardar los problemas fundamentales del conocimiento, que hoy padecen anemia, están desintegrados y organizados burocráticamente? ¿cómo reconocer entre sí los grados de incultura tanto en la perspectiva humanista como en la objetividad de las ciencias? ¿cómo superar los límites cognitivos de la especialización salvaguardando y desarrollando la creatividad que aseguren el futuro de la multi-inter-transdiciplinariedad? ¿cómo encontrar la articulación y los puntos de intersección entre la diversidad de saberes para una
mejor coexistencia natural y cultural?
Y si el pensamiento –y las ciencias de la complejidad– responden a la necesidad de aprehender los
cada vez más frecuentes fenómenos-de-segundo-orden provenientes de la creación-de-mundo, creación-de-vida, creación-de-capacidades-intelectuales y creación-de-vivencias emocionales por parte de la capacidad de simbolización y de la capacidad imaginativa de los seres humanos ¿cómo educar a las nuevas generaciones incorporando dicha tentativa?
La palabra complejidad representa una significación escurridiza tanto para los usuarios comunes
como los diestros. Imaginemos por el momento como interlocutores a un grupo de niños. El inicio de la conversación implica necesariamente del que pregunta como del que responde. La curiosidad y el asombro, auténtico en mayor medida en los niños, confeccionan una maquina de perplejidades. En este nivel las dudas genuinas son el motor del conocimiento que se disputa ante la incertidumbre. Lo que presenciamos ante el interrogar constante de los niños es un diálogo en el que no se agotan las dudas ni las certezas.
El conocimiento, la incertidumbre y la interlocución requieren del lenguaje para ser expresados o
comprendidos. En nuestro lenguaje la palabra complejo se opone a simple, esto es: sin pliegues.
Complejo quiere decir entonces: con pliegues. Pliegue significa margen o doblez. Pensar de
manera compleja equivale así a reflexionar desde los márgenes o mediante dobleces. Esta imagen del pensamiento deja entrever que el adulto que tiene como interlocutores a los niños son capaces de crear un espacio en donde ellos mismos constituyen los márgenes de la conversación. El diálogo que mantienen fluye y opera para descubrir, mediante el lenguaje, el doblez que son el conocimiento y la incertidumbre, el concepto y la realidad, la abstracción y el mundo.