Roderick Gordon - Brian Williams
Túneles
podemos hacerlo con buen pie? —propuso, tratando valerosamente de recuperar el
control de la situación.
—Lo siento, sé que sólo trata de hacer su trabajo —dijo la señora Burrows con voz
más tranquila, y dio un sorbo al té.
El inspector asintió con la cabeza, dando gracias por el final del ataque, y respiró
hondo echando una ojeada al cuaderno.
—Sé que es desagradable pensar en ello —dijo—, pero ¿tiene enemigos su marido?
¿Quizá de algún negocio?
Como contestación a esto y para sorpresa de Will, su madre echó atrás la cabeza y
se rió a carcajadas. El inspector murmuró algo referente a interpretar aquella
respuesta como un «no», mientras garabateaba en su pequeño cuaderno negro.
Parecía haber recuperado parte de su aplomo.
—Lo siento, pero tengo que hacerle estas preguntas —observó el hombre mirando
directamente a la señora Burrows—: ¿Ha tenido alguna vez conocimiento de que
bebiera en exceso o tomara drogas?
Ella volvió a soltar otra carcajada.
—¿El? ¡Usted bromea!
—Muy bien. Entonces, ¿qué hacía en su tiempo libre? —preguntó en tono de
oficinista, intentando hacer todo lo posible para terminar cuanto antes mejor—.
¿Tenía aficiones?
Rebecca dirigió inmediatamente la mirada a Will.
—Hacía excavaciones... excavaciones arqueológicas —respondió la señora
Burrows.
—Ah, ya. —El inspector se volvió hacia Will—. Tengo entendido que tú le
ayudabas, ¿no, chaval? —El asintió—. ¿Y dónde hacíais esas excavaciones?
Will se aclaró la garganta, miró a su madre y después al inspector, que estaba
esperando una respuesta con la pluma en la mano.
—Bueno, por todos lados, realmente —dijo—. Por los límites de la ciudad de
Highfield, en vertederos y sitios así.
—Creí que eran cosas más serias —comentó el inspector.
—Eran cosas serias —afirmó Will—. En una ocasión encontramos el
emplazamiento de una villa romana. Pero la mayor parte de las veces sólo
buscábamos cosas de los siglos dieciocho y diecinueve.
—¿Eran muy extensos...? Quiero decir, ¿eran muy hondos esos agujeros que
cavabais?
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