Roderick Gordon - Brian Williams
Túneles
12
Al día siguiente Will se despertó temprano, y como no quería pensar en la
desaparición de su padre, se puso la ropa de trabajo y bajó la escalera corriendo, con
la intención de tomar un desayuno rápido y tal vez conseguir que Chester lo ayudara
a abrir el ramal de los Cuarenta Hoyos. Rebecca andaba ya en la cocina, y por la
manera que tuvo de atraparlo en cuanto él entró por la puerta, era evidente que lo
estaba esperando.
—Tenemos que hacer algo respecto a papá —dijo mientras Will la miraba algo
asustado—. Mamá no va a mover un dedo porque ella ha sido la causante.
El sólo deseaba salir de casa. Necesitaba desesperadamente olvidarse de aquel
problema. Desde la noche de la pelea entre sus padres, Rebecca y él habían seguido
asistiendo a clase como de costumbre. Lo único que había cambiado era que comían
en la cocina, sin su madre. Ella salía a hurtadillas para servirse lo que hubiera en la
nevera y, como es de suponer, comía delante de la televisión. Aquellas incursiones
eran bastante evidentes, puesto que las empanadas y trozos de queso desaparecían
junto con barras enteras de pan y tarrinas de margarina.
Se la habían encontrado un par de veces en el recibidor, cuando se dirigía al baño
arrastrando los pies, en camisón y zapatillas, con la parte de atrás doblada y pisada.
Pero en estos encuentros, Will y Rebecca sólo recibían un leve movimiento de cabeza
en señal de reconocimiento.
—He tomado una decisión: voy a llamar a la policía —dijo Rebecca delante del
fregadero.
—¿Crees que es lo que debemos hacer? ¿No sería mejor esperar un poco? —
preguntó. Sabía que la situación no tenía buena pinta, pero no se sentía capaz de dar
el paso—. ¿Dónde piensas que puede haber ido?
—Sé tanto como tú —respondió Rebecca con brusquedad.
—Ayer me pasé por el museo y estaba cerrado.
Aunque llevaba días sin abrir, no había llamado nadie para quejarse.
—Tal vez ha decidido que está harto y quiere romper... con todo —sugirió
Rebecca.
69