Tuneles Roderick Gordon 1 Túneles | Page 52

Roderick Gordon - Brian Williams Túneles —¡Uy, tiene que tener cuidado, doctor Burrows! —explicó la anciana—. Los pongo para los pájaros. —Al volverse, el séquito de gatos se apresuró a entrar en la cocina delante de ella—. ¿Con leche y azúcar? —Sí, gracias —respondió él desde la puerta de la cocina, mientras ella cogía de la estantería una tetera de porcelana—. Perdone que haya aparecido así, sin previo aviso —dijo tratando de llenar el silencio—. Es usted muy amable. —No, usted sí que es amable. Soy yo la que está agradecida. —¿De verdad? —tartamudeó Burrows, tratando por todos los medios de averiguar quién era la anciana. —Sí, por esa carta tan amable. Yo ya no tengo tan buena vista como antes, pero me la leyó el señor Embers. De pronto todo encajó y el doctor Burrows suspiró aliviado, viendo disiparse las nieblas de la confusión. —¡La esfera de luz! Realmente, se trata de un objeto fascinante, señora Tantrumi. —¿Ah, sí? —El señor Embers le dijo probablemente que yo quería mandarla a examinar. —Me parece bien —respondió ella—. Porque podría tratarse de un aparato de espionaje. —Quién sabe —corroboró el doctor Burrows, intentando no sonreír—. Señora Tantrumi, el motivo por el que he venido... —Ella ladeaba la cabeza y removía el té, mientras aguardaba impaciente que él continuara—. El motivo es que esperaba que usted me pudiera mostrar el lugar en el que la encontró. —No, señor, no fui yo... fueron los del gas. ¿Galletas de mantequilla o de crema? —preguntó, ofreciéndole las galletas de una lata abollada. —Eh... de mantequilla, si es tan amable. ¿Dice que la encontraron los del gas? —Sí, en el sótano. —¿Aquí abajo? —preguntó, observando una puerta que estaba abierta al final de un breve tramo de escalera—. ¿Le importa si echo un vistazo? —preguntó guardándose la galleta en el bolsillo mientras empezaba a sortear los escalones de ladrillo mohoso. En cuanto traspasó la puerta pudo ver que el sótano estaba dividido en dos habitaciones. La primera estaba vacía, salvo por algunos platos que contenían comida para gatos extremadamente renegrida y seca, y algunos restos de escombros esparcidos por el suelo. Pasó a la segunda habitación, que estaba debajo de la fachada de la casa. Era muy parecida a la primera, salvo que la luz era más tenue y contenía algunos muebles. Sus ojos recorrieron la habitación y hallaron en un rincón un piano vertical que parecía que se fuera a deshacer de lo podrido que estaba, y 52