Roderick Gordon - Brian Williams
Túneles
Will se armó de valor mientras dejaba que le embadurnara con las fétidas algas el
pelo, el pecho y los hombros, y después las piernas.
—Pero ¿crees que son capaces de oler alguna cosa con esta peste? —preguntó Will
de manera airada, observando las manchas oleaginosas de su ropa. El hedor era
apabullante—. ¡Esos perros deben de tener muy poco olfato! —dijo, haciendo
esfuerzos para no marearse.
—Desde luego que lo tienen —dijo Cal sacudiéndose las manos para desprenderse
de los zarcillos, y luego frotándoselas en la chaqueta—. Tenemos que conseguir pasar
desapercibidos.
Primero uno y luego el otro, cruzaron un tramo de tierra cenagosa para entrar en
la ciudad. Pasaron bajo un arco alto de piedra con dos gárgolas que los miraban con
maligno desdén, y entraron en un callejón con altos muros a ambos lados. La
dimensión de los edificios, los grandes ventanales, los arcos y las puertas, todo era
enorme, como si hubiera sido construido para seres increíblemente altos. A
propuesta de Cal se metieron por la abertura que había en la base de una torre
cuadrada.
Ya fuera del alcance de la luz verde, Will necesitó la esfera de luz para estudiar el
mapa. Al sacarla de la chaqueta, la esfera iluminó la habitación, una cámara de
piedra con techo alto y varios centímetros de agua en el suelo. Bartleby se fue
correteando hasta un rincón y, al encontrar un montón de algo podrido, lo estuvo
examinando brevemente antes de levantar la pata sobre él.
—¡Eh! —exclamó Cal de repente—. ¡Mira las paredes!
Eran calaveras: una fila tras otra de cráneos tallados cubría los muros, todos
mostrando los dientes en su sonrisa, todos con ojos muy hundidos. Mientras Will
movía la esfera, las sombras se desplazaban y las calaveras parecían volver la cara
hacia ellos.
—A mi padre le fascinaría. Apuesto a que esto era un...
—Es terrorífico —interrumpió Cal, temblando.
—Esta gente era bastante espeluznante, ¿no? —comentó Will, incapaz de reprimir
una amplia sonrisa.
—Eran los ancestros de los styx.
—¿Qué? —Will lo miró con mirada inquisitiva.
—Sus antepasados. Se dice que en los tiempos de la Plaga, un grupo escapó de
esta ciudad.
—¿Y adonde fueron?
—A la Superficie —respondió Cal—. Formaron allí una especie de sociedad
secreta. Se dice que los styx le dieron a sir Gabriel la idea de la Colonia.
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