Tuneles Roderick Gordon 1 Túneles | Page 243

Roderick Gordon - Brian Williams Túneles Will se armó de valor mientras dejaba que le embadurnara con las fétidas algas el pelo, el pecho y los hombros, y después las piernas. —Pero ¿crees que son capaces de oler alguna cosa con esta peste? —preguntó Will de manera airada, observando las manchas oleaginosas de su ropa. El hedor era apabullante—. ¡Esos perros deben de tener muy poco olfato! —dijo, haciendo esfuerzos para no marearse. —Desde luego que lo tienen —dijo Cal sacudiéndose las manos para desprenderse de los zarcillos, y luego frotándoselas en la chaqueta—. Tenemos que conseguir pasar desapercibidos. Primero uno y luego el otro, cruzaron un tramo de tierra cenagosa para entrar en la ciudad. Pasaron bajo un arco alto de piedra con dos gárgolas que los miraban con maligno desdén, y entraron en un callejón con altos muros a ambos lados. La dimensión de los edificios, los grandes ventanales, los arcos y las puertas, todo era enorme, como si hubiera sido construido para seres increíblemente altos. A propuesta de Cal se metieron por la abertura que había en la base de una torre cuadrada. Ya fuera del alcance de la luz verde, Will necesitó la esfera de luz para estudiar el mapa. Al sacarla de la chaqueta, la esfera iluminó la habitación, una cámara de piedra con techo alto y varios centímetros de agua en el suelo. Bartleby se fue correteando hasta un rincón y, al encontrar un montón de algo podrido, lo estuvo examinando brevemente antes de levantar la pata sobre él. —¡Eh! —exclamó Cal de repente—. ¡Mira las paredes! Eran calaveras: una fila tras otra de cráneos tallados cubría los muros, todos mostrando los dientes en su sonrisa, todos con ojos muy hundidos. Mientras Will movía la esfera, las sombras se desplazaban y las calaveras parecían volver la cara hacia ellos. —A mi padre le fascinaría. Apuesto a que esto era un... —Es terrorífico —interrumpió Cal, temblando. —Esta gente era bastante espeluznante, ¿no? —comentó Will, incapaz de reprimir una amplia sonrisa. —Eran los ancestros de los styx. —¿Qué? —Will lo miró con mirada inquisitiva. —Sus antepasados. Se dice que en los tiempos de la Plaga, un grupo escapó de esta ciudad. —¿Y adonde fueron? —A la Superficie —respondió Cal—. Formaron allí una especie de sociedad secreta. Se dice que los styx le dieron a sir Gabriel la idea de la Colonia. 243