Roderick Gordon- Brian Williams Túneles
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Lo lograron una semana después: muertos de sed a causa del calor que hacía en el fondo del túnel, con los músculos agarrotados y agotados por el inacabable ciclo de excavar y sacar la tierra del túnel, estaban a punto de dar la jornada por concluida, cuando al golpear Will con el pico contra una piedra grande, ésta cayó hacia el otro lado. Acababa de abrirse ante ellos un agujero tan oscuro como la boca de un lobo.
Sus ojos quedaron atrapados en el agujero, por el que salía una brisa con olor a moho que les daba en los rostros sucios y fatigados. El instinto le decía a Chester que retrocediera y escapara, como si la abertura pudiera succionarlo. Ninguno de los dos dijo una palabra. No hubo grandes alegrías ni gritos de euforia cuando atisbaron en la impenetrable oscuridad, rodeados por la calma mortuoria de la tierra.
Fue Chester el que rompió el embrujo:— Casi que me voy a merendar.
Sin podérselo creer, Will se volvió para mirarlo. Entonces distinguió en su rostro el esbozo de una sonrisilla. Embargado por la sensación de alivio y de triunfo, Will estalló en una incontenible carcajada. Cogió un terrón de tierra y se lo tiró a su sonriente amigo, que se agachó para esquivarlo. Tocado con su casco amarillo, Chester se reía entre dientes.
— Tú... tú...— dijo Will, buscando la palabra apropiada.
—¿ Yo qué?— preguntó sonriendo abiertamente—. Venga, vamos a echar un vistazo— dijo, asomándose con Will por el agujero.
Will dirigió la linterna al otro lado de la apertura.
— Es una gruta... No se ve mucho... debe de ser muy grande. Creo que distingo estalactitas y estalagmitas— dijo, y se calló—. ¡ Escucha!
—¿ Qué es?— susurró Chester.
— Yo diría que agua. Creo que oigo agua goteando.— Se volvió hacia éste.— Bromeas— respondió su amigo, con preocupación.— No, no bromeo. Podría ser una corriente del Neolítico...
— Vamos, déjame ver— pidió Chester, cogiéndole la linterna a Will. 110