quietos en la camioneta de Bruno , echando un vistazo a este lugar del cual nos habían hablado tanto , pero nunca habíamos entrado .
- Pues ya estamos aquí … ¿ A quién le toca el reto ? -preguntó Bruno .
- Esto me parece una tontería -contestó Tomás- pasame la botella .
Agarré la botella de Pepsi que se encontraba al lado y la pasé a Tomás . Rápidamente puso la botella en el medio y la giró , apuntando a Tomás de frente y a Santiago de espaldas . - Preguntá Santi , elijo consecuencia -dijo Tomás . - ¿ Estás seguro ? -preguntó Santiago . - Ya dime el reto -repitió Tomás . - Está bien , está bien -respondía Santi-te haré una fácil . Vete al medio del cementerio y clava aquella estaca que está en la valijera , no tendría que llevarte más de 15 minutos .
Aceptando el reto , Tomás fue a agarrar la estaca y empezó el juego . Tomás iba lentamente hacia el centro del cementerio , ya que hacía mucho frío y el viento iba contra él . Nosotros podíamos seguirle con la vista , pero no por mucho tiempo , ya que su poncho negro era grande y vistoso . Poco a poco , veíamos al poncho ir desapareciendo con esperanzas de verlo volver en seguida .
Tomás nunca fue un fanático de los cuentos del cementerio , la verdad que él nunca creyó en ninguno de ellos . Aunque había un cuento que siempre le contaba su padre , sobre esta mujer que iba todas las noches en busca de su esposo , ya muerto , con una estaca en la mano . Su padre decía que cualquier varón que pasara por ahí después de la medianoche ya no salía más , decía que esta mujer lo agarraba con esperanzas de que sea su esposo .
Tratando de evitar pensar en la historia , Tomás siguió caminando hacia el centro del cementerio . Al llegar ahí , agarró fuertemente su estaca y sin ninguna otra pausa la clavó en la tierra . Su reto estaba terminando . Aliviado , se dio vuelta y volvió hacia la entrada . Pero era poco lo que sabía , en el momento en que dio el segundo paso hacia la entrada , sintió un tirón del poncho y su última respiración .
Travesía • revista estudiantil 71