Trump, un gobierno sin pies ni cabeza suplemento DONALD TRUMP | Page 4

Suplemento especial Donald Trump un presentador de televisión, como atestiguan sus catorce años dirigiendo el programa 'The Apprentice'. La cáscara, el envoltorio, se rellena de un contenido explosivo ideal para 2016. El magnate apela al votante frustrado por el bloqueo partidista de los últimos años, de clase humilde, que no percibe la recuperación económica y que ve cómo su país cambia étnicamente. Al votante que odia al Gobierno, como reflejan diversas encuestas sobre el enfado del electorado. Un mensaje radical que promete soluciones como quien da un puñetazo en la mesa, sin ahorrar comentarios xenófobos o propuestas materialmente imposibles. Un mensaje que está muy bien descrito en el Twitter de uno de sus seguidores: “¡Donald Trump dice en alto lo que hemos estado gritando a nuestros televisores durante años!”. Richard Ashby Wilson, profesor de Antropología y Derecho en la Universidad de Connecticut, dice que Trump “cruza la línea de populista a demagogo” porque “enfatiza las emociones sobre los hechos”, y lo compara con una buena gama de tiranos. “Dirigir el disgusto moral contra un grupo objetivo consolida inconscientemente la identidad de su grupo, de sus seguidores, que como resultado se pueden sentir empoderados y a cargo de su destino”, escribe en 'The Conversation'. Para sus rivales, el insulto. “Si le criticas o estás en desacuerdo con él, o con sus métodos, o le cuestiones de alguna manera, cae sobre ti como una tonelada de ladrillos”, decía a El Confidencial Stanton Peele, psicólogo y autor del libro 'Recover! Stop Thinking Like an Addict'. “La gente desea evitar confrontaciones desagradables, una reticencia que Donald explota con habilidad”. Este fin de semana, Trump hizo un guiño a su propia técnica. El presentador del programa Meet the Press, en el canal NBC, increpó a Trump por haber tuiteado una frase del dictador Benito Mussolini. “¿Quiere ser asociado con un fascista?”, preguntó el presentador. “No. (…) Lo envié [el tuit] y ciertamente ganó tu atención, ¿verdad?”. Por eso Trump ha gastado muy poco en campaña: 24 millones de dólares hasta finales de enero, según la Comisión Electoral Federal. Menos de la mitad que Ted Cruz, una tercera parte que Marco Rubio y 5,4 veces menos que los 130 millones dilapidados por Jeb Bush. La suya es una campaña escueta, dirigida por un joven operador político de New Hampshire, Corey Lewandowski. El conseguidor, de 41 años, tiene fama de estar siempre a la ofensiva, de atacar sin distinguir la etiqueta política, de consumir ríos de bebida energética y ser un go getter, una persona que obtiene lo que sea. Esta es su primera campaña electoral y su estilo de apisonadora ya le ha ganado el título de “alter ego” de Trump. Lewandowski, al igual que parte del equipo que dirige, proviene de Americans for Prosperity, una organización que difunde el mensaje ultraliberal de los hermanos Charles y David Koch. Según una fuente citada por 'Politico', gana 20.000 dólares al mes.