burocracia. Es decir, al lenguaje del sistema administrativo. Puede entonces por momentos
ser percibida como una obligación curricular más. Sabiendo eso, quisiera pensar esta ley no
solo desde la perspectiva de su obligatoriedad (como si fuera un peso que el sistema educativo
nos hace cargar) sino desde la perspectiva de la ampliación de derechos que esta misma
obligatoriedad promueve (y al compromiso de un Estado que se asume como garante de los
mismos) y al mismo tiempo desde la apuesta al deseo, al cuerpo, a los afectos, a los placeres,
a las potencias vitales de la existencia que la perspectiva de la ESI trae consigo.
Paradójicamente, una ley puede pensarse como una forma de cristalizar un orden de cosas,
pero también puede ser una forma colectiva de crear otros mundos posibles, más justos y más
deseables para todas las personas. ¿Cómo hacer para que no pierda su carácter instituyente,
disruptivo? ¿Cómo evitar que sea reabsorbida y automatizada?
Mi recorrido se enmarca más en una reflexión pedagógica y filosófica que en un planteo
didáctico, entendiendo a la filosofía como una manera de preguntarnos por nuestros modos
de vida, por la forma en que nos vinculamos con lxs otrxs, por el mundo que estamos
contribuyendo a configurar. ¿Cuáles son los modos de vida y los mundos posibles que
estamos propiciando desde nuestro lugar de adultxs?
Considero, en primer lugar, que la potencia filosófica de la ESI puede pensarse desde la
filosofía de Nietzsche. Para este autor, la filosofía se presenta como una herramienta para
combatir toda mistificación, principalmente aquellas que atentan contra las potencias vitales y
afirmativas de la existencia. En el siglo XIX definió como filosofar a martillazos al acto de
desnudar mistificaciones y conceptos que, en su afán de totalizar, generaban consecuencias
reactivas contra la vida y la singularidad compleja de la existencia. La filosofía es así la crítica
de todos los valores establecidos, y la creación de nuevos valores, valores de la vida que
reclaman otro principio: una vida más plena, más noble, más digna, más libre. Para este autor,
frente a la vida misma que es separada de su potencia por las fuerzas reactivas, es necesario
invocar las fuerzas activas del deseo, del pensamiento, del placer, de los afectos, de la crítica
y de la creatividad. Esto se vuelve una tarea urgente en un mundo binario y temeroso de las
diferencias como el que habitamos hoy. La ESI nos invita de alguna manera a identificar cuáles
son esos conceptos que tenemos que pasar por el martillo para liberar las potencias de la
existencia de niñxs y jóvenes que estarían obturándose, para aportar a la configuración de un
mundo libre de estereotipos y de violencias. Es en este sentido que la ESI en las aulas tiene
un efecto martillo.
¿Qué implica deshacer, martillar conceptos en las aulas? ¿Qué cuestiones urge pensar,
repensar, desarticular? En primer lugar, nuestras propias representaciones adultas sobre las
temáticas que esta ley abarca. La ESI, entendida como una perspectiva pedagógico-política
transversal a todos los niveles educativos, nos desafía en primer lugar a lxs docentes,
invitándonos a revisar críticamente nuestras representaciones sobre nuestro rol, sobre la
educación y la niñez, sobre el cuerpo, la sexualidad y el género, sobre la pretendida
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