Al día siguiente seguíamos sorprendidos con esa noticia. Ni Rocco quería
jugar. Sabíamos que hasta que mi padre consiga otro trabajo, debíamos salir
adelante. Yo estaba muy preocupado por lo que estaba sucediendo y además,
por Rocco.
—Álvaro, necesito hablar contigo —Dijo mi padre
—Te escucho papá…
—Yo debo salir todos los días a buscar trabajo, pero necesito que también
tú hagas lo mismo, sería de gran ayuda para cubrir todos los gastos de la casa.
¿Cómo encontraría yo un trabajo? ¿Dónde? Nuestra casa estaba en las
afueras de Asunción y no había en ese barrio muchas posibilidades.
Estuve buscando por varios días, preguntando si alguien tenía un trabajo
para mí, pero nadie necesitaba ayuda, posiblemente porque era aún un niño.
Finalmente di con un vecino que vivía cerca y necesitaba ayuda, aunque no
podía pagar mucho. Sin dudar, tomé el trabajo inmediatamente, el cual consis-
tía en darles comida a los animales y regar las plantas periódicamente. Sentía
que de esa manera estaba ayudando a mi padre y al mismo tiempo que Rocco
siguiera con nosotros.
Cada vez que llegaba a casa, Rocco saltaba y ladraba de alegría. Era mi
momento favorito del día.
Uno de esos días, entré a la casa y noté su ausencia.
—Cariño —Dijo mi madre con lágrimas —Rocco está muy enfermo y papá lo
llevó al veterinario.
Sus palabras me pegaron como un puño. Empecé a llorar, recordando los
momentos felices que tuvimos, sabiendo que nunca más podía encontrar un
amigo como él.
En la mañana siguiente desperté sin energía, no podía creer aún lo que
había pasado. Papá no estaba en casa, y todos estábamos tristes. Mamá me
ofreció el desayuno, sin embargo no tenía hambre, solo quería que Rocco estu-
viera en la casa como todos los días.
Ya no volví a verlo.
Unos días más tarde mi padre llegó a casa muy contento
—Me ofrecieron un trabajo. —dijo—Es en Asunción, pero el pago es muy
bueno, mejor que el anterior.
Aunque no trajo de vuelta a Rocco, su noticia ayudó a levantar el espíritu
de todos. Ahora ya no era necesario mi trabajo en la granja, puesto que con
el salario de mi padre podíamos comprar lo necesario para nuestra familia.
Escuchaba a mis padres hablar de mudarse a Asunción para estar más cerca
del trabajo. Tengo muchos amigos aquí, pero estoy dispuesto a aceptarlo por el
bien de mi familia.
La vida nunca será exactamente como queremos, debemos acomodarnos
a ella.
Travesía • revista estudiantil
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