En este cuento cada persona representa a una iden-
tidad bien particular que enriquece la historia. Así, por
ejemplo, “el niño” es ingenuo e inocente, que siempre creía
en todo lo que le decían sus padres. Se percibe en su ino-
cencia que era honesto y benévolo, porque nunca les min-
tió a sus padres. Tampoco era travieso. Siempre trataba de
hacer lo correcto. Por otro lado, “el ángel de la guarda” no
estuvo por mucho tiempo en la historia, pero es el perso-
naje que hace que el cuento sea interesante. Es un ser muy
amable y de buen corazón, que siempre protege y guía al
niño, tal cual se puede entender de la frase: “Entonces él
le pidió que volviera todas las noches, pero el Ángel le dijo
que no podía, que había venido por él como una excepción
singular, pero de todos modos siempre estaría con él para
cuidarlo de todos los males, y rescatarle de todas las triste-
zas.” Así mismo, “el papá” es un señor serio que estaba muy
concentrado en su trabajo y un poco contradictorio ya que
cuando su hijo le preguntó cómo podía ver a su ángel de la
guarda, le dijo que debía tener fe y rezarle cada noche. Sin
embargo, cuando el niño dijo que le vio a su ángel de la
guarda, él dijo que el ángel de la guarda era una fantasía.
Esto se puede ver en el siguiente diálogo:
“—No. Es fantasía, como soñar despierto.
—Pero vos y mamá me dijeron que si tenía fe...
—Sí, es cierto, pero... ¡era fantasía!”
También está “la mamá”, quien no quería que el papá le
dijera a su hijo que el ángel de la guarda no existe, porque
el niño todavía era chico y no quería que le arruinasen su
infancia. Si le hubieran dicho desde el comienzo que el ángel
de la guarda era una fantasía, la historia iba a ser muy dife-
rente y tal vez hasta aburrida. La mamá es una persona que
quiere mucho a su hijo. Por último está “el psicólogo”. Es el
que hizo que el niño se olvide del ángel de la guarda. El niño
no le quería, porque le hacía preguntas muy extrañas, como
cuantos dedos tiene en la mano y si odiaba a su papá porque
se encerraba con su mamá a acostarse. En la historia lo des-
cribieron como “un señor de ojos cansados y cabeza calva,
con un guardapolvos blanco, y en el bolsillo superior media
docena de lápices de colores”. También tenía cara de pájaro.
El cuento nos lleva a ubicarnos en la perspectiva de un
niño que deseaba ver a su ángel de la guarda. Y cuando lo
vio, sus padres, con la ayuda de un psicólogo, gradualmente
lo obligaron a abandonar su fe en el ángel, lo que le produjo
un gran vacío en el alma. En consecuencia, esto nos hace
reflexionar acerca de que los adultos o los padres a veces
no notan que sus hijos pueden quedar muy afectados por
lo que ellos dicen y hacen respecto a la vida de un niño. Por
otro lado, algunos adultos pueden ser obstinados, porque
no quieren creer lo que les cuentan los niños. Por lo tanto,
el niño queda más confundido de lo que estaba al principio.
Queda claro que el autor se propone demostrar cómo
Travesía • revista estudiantil
los adultos pueden afectar mucho a sus hijos, ya que los
niños creen en todo lo que sus padres les dicen. Los padres
a veces, sin darse cuenta, pueden hacer que su hijo se sienta
mal. Desde la perspectiva literaria, el cuento nos ofrece una
mirada interesante acerca de las relaciones entre niños y
adultos, donde se reflejan sentimientos de amor y un poco
de tristeza, porque al final el niño siente un vacío dentro
de su corazón. Esto se puede ver en la frase: “Adentro, allí
donde su cuerpo se llenaba de aire de la noche para tener
fe, sentía ahora un vacío.” Así mismo, puede percibirse un
fuerte componente ético en el relato ya que muestra el bien
y el mal que ocurre durante la historia. Los padres tratan
de hacer el bien para su hijo, cuidándolo siempre. El niño
trataba de hacer el bien rezándole a su ángel de la guarda
para poder verle, ya que pensaba que era el que le protegía
y guiaba. Pero los padres hicieron algo malo, confundiendo
al niño. Al comienzo dicen que el ángel de la guarda es muy
bueno y que siempre lo protegerá, lo que se puede ver en
la frase: “Su madre se lo había repetido cientos de veces, y
él, pobrecito, creyó en él, en el Ángel de la Guarda”. Luego
dicen que no es real y que debe dejar de creer en él.
Para Mario Halley Mora sus cuentos solo tienen sen-
tido si se ubican dentro de la realidad paraguaya. Por eso
“El Ángel de la Guarda” representa mucho de la identidad
del paraguayo, ya que la mayoría de los paraguayos son
católicos y creen en el ángel. También pone en boca de sus
personajes el habla de los paraguayos, como las palabras
“mirá” y “sabés”. El narrador nos presenta en “El Ángel de
la Guarda” un elemento que influye psicológicamente al
niño. Él creía en su ángel de la guarda, y eso le hacía sen-
tirse seguro y protegido.
Un valor del paraguayo que aparece en este cuento es
la religiosidad católica y la creencia en Dios y el ángel de la
guarda. Otro valor del paraguayo es el amor que los padres
tienen a sus hijos, siempre tratando de cuidarlo y mante-
nerlo seguro. No hay un solo hogar paraguayo que carezca
de estas virtudes de la fe y el amor. Sin embargo, un anti-
valor del paraguayo que aparece en este relato es que los
padres confundieron mucho a su hijo, al punto tal que
tuvieron que llevar al niño al psicólogo, y desde ese día el
niño sentía un vacío en su corazón porque le robaron su fe
en el ángel de la guarda.
Si uno lee este cuento, se dará por enterado de todas
las situaciones buenas y malas que puede pasarle a una
persona en la vida. Tener una fe por el ángel de la guarda,
encontrarse con él, unos padres dudando de las palabras de
su hijo, llevándolo a un psicólogo y obligándolo a olvidarse
de un ser que una vez fue creído ser un protector que lo
guiaría durante su vida. Ahora piensa: si algún día tuvieras
un hijo, ¿le harías creer en el ángel de la guarda? Y si él dice
ver a su ángel, ¿creerías en él? ¿O le apartarías de lo que le
hace feliz?
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