tradiciones y costumbres | Page 119
Marianela
acordaba ya de la Nela, fueron viajando por aquellos países unos extranjeros de esos que llaman
turistas, y luego que vieron el soberbio túmulo de mármol alzado en el cementerio por la piedad
religiosa y el afecto sublime de una ejemplar mujer, se quedaron embobados de admiración, y
sin más averiguaciones escribieron en su cartera de apuntes estas observaciones, que con el
título de Sketches from Cantabria publicó más tarde un periódico inglés.
«Lo que más sorprende en Aldeacorba es el espléndido sepulcro erigido en el cementerio,
sobre la tumba de una ilustre joven, célebre en aquel país por su hermosura. Doña Mariquita
Manuela Téllez perteneció a una de las familias más nobles y acaudaladas de Cantabria, la
familia de Téllez Girón y de Trastamara. De un carácter espiritual, poético y algo caprichoso, tuvo
el antojo (take a fancy) de andar por los caminos tocando la guitarra y cantando odas de
Calderón, y se vestía de andrajos para confundirse con la turba de mendigos, buscones,
trovadores, toreros, frailes, hidalgos, gitanos y muleteros, que en las kermesas forman esa
abigarrada plebe española que subsiste y subsistirá siempre, independiente y pintoresca, a pesar
de los rails y de los periódicos que han empezado a introducirse en la península occidental. El
abad de Villamojada lloraba hablándonos de los caprichos, de las virtudes y de la belleza de la
aristocrática ricahembra, la cual sabía presentarse en los saraos, fiestas y cañas de Madrid con el
porte (deportment) más aristocrático. Es incalculable el número de bellos romanceros, sonetos y
madrigales compuestos en honor de esta gentil doncella por todos los poetas españoles.»
Bastome leer esto para comprender que los dignos reporters habían visto visiones. Traté de
averiguar la verdad, y de la verdad que averigüé resultó este libro.
Despidámonos para siempre de esta tumba, de la cual se ha hablado en El Times. Volvamos
los ojos hacia otro lado, busquemos a otro ser, rebusquémosle, porque es tan chico que apenas
se ve, es un insecto imperceptible, más pequeño sobre la faz del mundo que el philloxera en la
breve extensión de la viña. Al fin le vemos; allí está, pequeño, mezquino, atomístico. Pero tiene
alientos y logrará ser grande. Oíd su historia, que es de las más interesantes...
Pues señor...
Pero no: este libro no le corres ponde. Acoged bien el de Marianela y a su debido tiempo se
os dará el de Celipín.
118
© RinconCastellano 1997 – 2011 www.rinconcastellano.com