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profesional, lo va integrando, lo va constituyendo.” (A.S.). La experiencia es el
“artesano”, modela al profesional. A través de la experiencia “nos vamos haciendo”;
al intervenir, el trabajador social produce cambios en las personas, pero a su vez,
dicha intervención, produce cambios también en él mismo. “Nuestra intervención nos
influye,” porque es recíproca, porque existen “intercambios con el otro”, porque
nuestra profesión es relacional, hay siempre encuentros con otro, supone siempre una
interacción. La práctica profesional es influida constantemente por las experiencias de
los sujetos con los que se interactúa. La intervención es interacción, es un intercambio
de mundos.
"El profesional se hace en la experiencia,
se hace en el rigor, en el
contacto, en la interacción, en lo que va a llamar un estilo de gestión. Yo creo que
el profesional que tenga 10 años de trayectoria, tiene que tener un estilo de gestión.”
(A.S.). Un estilo de gestión es una forma de hacer las cosas, forma que está modelada
por la experiencia, por la forma de ver la vida, por la forma de ser, por el contexto
institucional, por la realidad en la que uno interviene, por las estructuras sociales
predominantes y por las representaciones sociales que tengan los trabajadores
sociales.
El estilo de gestión habla también de la autonomía del profesional, cómo el
trabajador social pone su sello personal en las formas de intervenir, de la creatividad
que tenga, de su capacidad para improvisar. El estilo de gestión va a estar dado
también por los valores de la profesión, por las utopías, por las creencias
compartidas por quienes la ejercen. El utilizar el vocablo “estilo de gestión”, denota
una visión del trabajo social más tecnocrática, más enfocada hacia la eficiencia, hacia
los principios orientadores de una economía de mercado en la cual estamos insertos.
La realidad está enmarcada por el momento histórico que se vive y el
profesional no puede desconocerlo pues las personas con las que interviene presentan
otras necesidades o las mismas, pero con matices distintos, con una valoración
diferente. No puede el trabajador social mantenerse ajeno a estos cambios, quedarse
sólo con lo que ha aprendido en las universidades y ser un mero aplicador de
métodos, sin capacidad de reflexión y aprendizaje. Implica que los esquemas
interpretativos sociales de los trabajadores sociales se ven mediatizados por el
contexto histórico en que intervienen.