TRABAJO SOCIAL | Page 96

96 características especiales la hace distinta a la llegada con otros grupos etáreos. Implícitamente se habla de que no cualquier forma de acercarse a los A.M. es pertinente, hay maneras adecuadas de establecer relaciones con ellos, y estas maneras el profesional las define a través de sus encuentros con éstos, de la experiencia. “La experiencia te enseña a adecuarte a ciertas cosas.”(A.S.). El trabajador social tiene que adaptarse a las condiciones que el grupo etáreo presenta. Esto, en función de lo que se conoce y experimenta con ellos. Esas “ciertas cosas” son un cúmulo de situaciones que van desde el saber establecer relaciones con los adultos mayores y con sus dirigentes, hasta la capacidad de negociar en la institución. A través de la experiencia, el profesional desarrolla capacidades. Para aprender de una realidad, se tiene que estar cerca de ella, estar cerca no es sinónimo de intervención en cuanto hacer. “Yo creo que el tema del adulto mayor genera harto conocimiento y este conocimiento creo que lamentablemente no se está aprovechando. Lo que pasa siempre es que no escribimos nada, que no reflexionamos en el papel.”(A.S.). La experiencia difcílmente adquiere forma de texto en el quehacer profesional, por situarse en un contexto que presiona más hacia el hacer que hacia la reflexión. Se puede desarrollar un saber práctico por medio de las experiencias personales, de la historia personal. “Yo creo que uno aprende, toda la cosa escrita y teórica te ayuda, pero la verdad es que uno cerca de los adultos mayores aprende. Lo que yo aprendí con mi nana por ejemplo.”(Experto) Aquí podemos hablar, entonces, de tres tipos de conocimiento: el conocimiento teórico, el conocimiento generado en la intervención y el conocimiento que nace desde la propia historia de vida. Este conocimiento histórico desarrolla habilidades a las cuales el profesional recurre en forma inconsciente. En la vida cotidiana, el profesional enfrenta ciertos temas como la muerte y la soledad, influenciado por este conocimiento y por sus opciones valóricas, el trabajador social interviene, entonces la intervención se ve traspasada por este tipo de conocimiento experiencial. Los matices de la realidad no son posibles de captar por medio de los libros, sino que en el encuentro con la realidad. La intervención profesional es reconocida como fuente generadora de conocimiento, sin embargo los discursos latentes nos muestran que existe una “obligación” de tipo profesional de sistematizar las experiencias. La práctica, sin embargo, da a conocer que dicha obligación de tipo profesional no es “al parecer” tan