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experiencias se hacen imprescindibles, para poder establecer algunos lineamientos
que orienten la acción.
El discurso implícito devela que la mayoría de los profesionales entrevistados
no realiza la reflexión sistematizada de sus experiencias: “Es posible reflexionar...”;
hay una crítica latente al marco institucional donde se realiza la intervención. Los
Municipios, más que limitar la posibilidad de reflexionar, limitan la de sistematizar,
porque el profesional desarrolla su capacidad reflexiva en y sobre la práctica, el
problema es que no la hace comunicable: “Los asistentes sociales hacemos muy
poco lo que es la sistematización de la experiencia. No hay acá, de hecho, un
documento, un libro que registre lo que ha sido el avance del programa. Se hacen
unas evaluaciones anuales por requerimientos de la Municipalidad, que es muy
pobre, que se limita solo a nombrar los objetivos y a decir si se lograron o no. Pero
eso no refleja nada. Toda la riqueza se pierde.” (A.S.). Los asistentes sociales hablan
de una medición de las experiencias de intervención de parte del municipio, en
términos más cuantitativos que cualitativos: lo que puede representar un problema
“olvidar el sentido más humano de la intervención”. La experiencia no se puede
medir cuantificadamente, al contrario su riqueza yace en lo subjetivo, en el
significado colectivo que le otorgan los sujetos y actores.
En los discursos a nivel implícito los asistentes sociales reconocen la eficacia de
su acción, existe una valoración muy positiva de lo que se hace, es una experiencia
enriquecedora, y se lamenta no poder comunicarla. Este no poder comunicar sus
experiencias tiene su raíz tanto en la formación profesional, como en los obstáculos
implícitos que la institución presenta (limitación de los tiempos, por ejemplo), y
también en las propias expectativas del profesional: “Ya no me estoy quedando en el
hacer, que es mi gran miedo, me sentiría como super mediocre.” (A S.).
Es importante dar a conocer que a lo largo del análisis de las entrevistas, en
diversas ocasiones se constataron contradicciones, no en forma explícita, pero sí en el
nivel implícito. Puede que a nivel del discurso latente, algunos profesionales quieran,
subjetivamente, proyectar una imagen positiva de sí mismos, de su trabajo. Ello puede
deberse a que la representación social que se tiene del trabajo social es subvalorada, y
una forma de legitimar la acción que se realiza es a través de una exageración de los
aspectos positivos propios como profesional.