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140 un efecto, hay un diálogo entre los sujetos, y de ese diálogo pueden surgir situaciones complejas que el profesional puede manejar si se pregunta: ¿la intervención está generando autonomía en los sujetos con los que se trabaja?. La paciencia, como se da a entender por los profesionales entrevistados, es algo que no se adquiere de un día para otro, la persona que trabaja con A.M. ha tenido de una u otra forma a lo largo de su vida, interacciones con ellos que le han permitido adquirirla, educarla o descubrirla. Es también un trabajo que requiere de un compromiso fuerte, en el sentido de que es muy desgastante en términos emocionales y físicos: “En esta área no cualquier persona debería trabajar, porque si es una persona con poca paciencia, una persona altamente irritable, que está cansada con el trabajo, no debería estar con el A.M.” (A.S). Implícitamente los trabajadores sociales reconocen contar con las habilidades que enumeran como requisito para el trabajo con adultos mayores, que ha habido una reflexión respecto de ellas y que a nivel de estructura de conciencia han sido identificadas. Los profesionales se reconocen como actores que validan la eficacia de su acción mediante la utilización estas habilidades que se autoreconocen en la intervención con adultos mayores, son actores responsables en su acción, están comprometidos con el acto transformador que realizan. Indudablemente que no podemos ver un tema separado de otro porque en la realidad se entrecruzan y al hablar de paciencia se habla, a su vez de tiempo: “...Requieren tiempo, mucho más tiempo que el común de los mortales. Para contestarte una simple pregunta, ellos recurren a todo su arsenal de conocimientos, historia, y una serie de situaciones que han vivido (...) es difícil concretarlos”. (Experto). Es importante aclarar que la visión de paciencia de los profesionales no refiere a una visión negativa de la vejez (a nivel de estructura de conciencia colectiva de los profesionales), se puede pensar la paciencia en términos de resignación absoluta, lo cual sería una contradicción y obstáculo para la intervención que realiza el trabajador social. La paciencia es comprendida a nivel del discurso latente, como esa capacidad de adaptación a ciertas realidades que forman parte de los sujetos con que interactuamos, que permite establecer una relación altamente comprensiva, pero no determinista.