SEGUNDO GOBIERNO
El presidente Rivadavia envió a negociar la paz con el Brasil a su ministro Manuel José García, indudablemente la persona menos indicada, al punto de haber sido quien había incitado al rey de Portugal a invadir la Provincia Oriental en 1816. Como era de esperarse, negoció la paz a cambio de la entrega lisa y llana de la provincia al Imperio del Brasil, esto es, increíblemente transformaba las victorias militares argentinas en una victoria diplomática de Brasil. La indignación por el tratado, a pesar de que Rivadavia lo rechazó, llevó rápidamente a su renuncia.
Se disolvió el Congreso, se consideró caducada la presidencia, y se llamó a elecciones para una nueva legislatura porteña. Ésta nombró gobernador a Dorrego en agosto de 1827. En ese momento, que parecía ser el de su absoluto encumbramiento, se le ofreció el grado de general. Dorrego declinó a tal honor explicando que sólo lo aceptaría cuando se considerara digno de tal grado, es decir, cuando lo ganara en el campo de batalla; sin embargo, muchos quisieron interpretar que quería decir cuando se considerara digno de ser comparado con Artigas, Belgrano o San Martín.
Su gobierno trató de ser federal, sin lograrlo por completo: inició tímidos pasos para dar al país una organización federal. El interior confiaba en su gestión; y como los gobiernos provinciales ya lo consideraban un amigo de las provincias, éstas le dieron el manejo de la guerra y las relaciones exteriores.
Dorrego trató de superar la "herencia" del Tratado de Paz de García. Para esto, como principal gobernante de las Provincias Unidas intentó concluir rápidamente la guerra argentino-brasileña con audaces operaciones, motivo por el cual comisionó al gobernador santafesino Estanislao López para la liberación de las Misiones Orientales como paso previo al desalojo de los brasileños, establecidos en Porto Alegre; asimismo logró que un mercenario alemán llamado Friedrich Bauer dejara de estar al servicio de Brasil e intentara la creación de la República de Santa Catarina. Dorrego también entró en relación con los principales líderes riograndenses: Bento Gonçalves da Silva y Bento Manuel Ribeiro para que ellos crearan la República de San Pedro del Río Grande.
Pero la presión inglesa, ejercida directamente por el enviado lord John Ponsonby, representante de los intereses de la Corona Británica en Buenos Aires, e indirectamente a través del Banco de la Provincia, controlado por capitalistas ingleses, trabaron su accionar. Por otro lado, las acciones directas de naves militares del Reino Unido y del Brasil sobre naves argentinas forzaron a Dorrego a aceptar una paz desventajosa. Ponsonby llegó hasta el punto de amenazar con una intervención militar si no se firmaba la paz con Brasil.
Si bien se mantuvo inflexible sobre la negativa a aceptar lo antes firmado por García, tuvo que aceptar la independencia de la provincia en disputa como Estado Oriental del Uruguay a través del tratado ratificado el 29 de septiembre de 1828. A principios de octubre las tropas argentinas establecidas en Río Grande partían de regreso.