la organización y gestión de los recursos
humanos siguen contribuyendo a la pobreza
de resultados en centros públicos con abun-
dancia de profesorado.
puntuaciones en lectura más favorecidas. Ese
efecto no parece darse en los centros privados,
sino más bien el efecto contrario, que es el
esperable: a ratio más elevada, más dificultades
para el profesorado y, por ello, rendimientos
educativos más bajos. Todo ello puede obser-
varse con mayor claridad en la Figura 4.10,
similar al gráfico izquierdo de la Figura 4.9
pero desagregando los centros públicos de los
privados.
Obsérvese la diferencia en los rangos
de ratios: en los centros públicos el valor
máximo es 16 alumnos por profesor y el
valor mínimo 6; en los privados el rango es
mucho más extenso, de 9 a 28: la dotación
promedio en recursos humanos de los cen-
tros privados es ciertamente más reducida
que la de los públicos. Las líneas de tenden-
cia de ambos tipos de centro tienen una
pendiente muy cercana a la horizontal indi-
cando que la influencia de la ratio sobre el
rendimiento es débil, aunque estadística-
mente significativa.
Resulta fácil de explicar la línea de ten-
dencia de los centros privados: a medida que
la ratio aumenta hay menos profesores para
atender a las necesidades educativas de los
alumnos y, en consecuencia, su rendimiento
disminuye. Puede incluso considerarse un
éxito de los centros privados que la disminu-
ción no tenga una pendiente más pronun-
ciada. No puede decirse lo mismo de los
centros públicos. Están mejor dotados en
profesorado (tanto en número como en for-
mación y en remuneración) y, sin embargo,
no pueden conseguir mejores resultados en
los casos de ratio más favorable. Una posible
explicación de este efecto es la mayor pre-
sencia de alumnos de un nivel ISEC bajo en
los centros de este tipo. Pero una vez detraí-
da la contribución del índice ISEC la ten-
dencia apuntada sigue siendo significativa,
aunque de menor cuantía. Parece, pues, que
otros aspectos relativos al contexto social o a
47
Horas de deberes a la semana en lengua
Este factor parece estar a caballo entre los fac-
tores del alumno y del aula. En la medida en
que supone un esfuerzo realizado por el alum-
no fuera de las horas escolares, debería ser
considerado un factor propio del alumno.
Pero en realidad la iniciativa de hacer deberes
y la cantidad de tiempo que se emplea en rea-
lizarlos (en el caso de que el alumno decida
hacerlos) es decidida por el profesor y por eso
se considera aquí como un factor del aula. La
Figura 4.11 presenta los resultados obtenidos.
Casi la mitad de los alumnos emplea
entre una y tres horas a la semana en realizar
sus deberes en lengua y algo más de un tercio
emplea menos de una hora. Las alumnas tra-
bajan significativamente más en casa que los
alumnos. También los que obtienen mejor
nivel en la prueba de lectura han tenido más
horas de deberes, aunque el máximo no se
observa en el nivel más elevado sino en el
inmediatamente anterior. Los alumnos de
centros privados, especialmente los de los
centros no-concertados, realizan más debe-
res que los alumnos de centros públicos, aun-
que la diferencia no es abrumadora. Por últi-
mo, se realizan más deberes a medida que se
incrementa el nivel ISEC de los alumnos.
La realización deberes en casa influye
claramente en la puntuación obtenida en la
prueba de lectura. Se destaca especialmente el
grupo de alumnos que no hace deberes de
lengua: su puntuación cae 64 puntos con res-
pecto a la media global. Menos importante es
la caída (14 puntos) de los alumnos que sólo
hacen una hora de deberes a la semana, mien-
tras que los que hacen más de una hora y más
de tres obtienen una mejora de 15 y 17 pun-
tos 47 . Los resultados confirman, pues, la
La diferencia entre ambos grupos no es estadísticamente significativa.
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