TOM SOWYER Tom Sawyer - Mark Twain | Page 7

Tom Sawyer www.librosmaravillosos.com Mark Twain -Algunos chicos nos estuvimos echando agua por la cabeza. Aún la tengo húmeda. ¿Ve usted? La tía Polly se quedó mohína, pensando que no había advertido aquel detalle acusador, y además le había fallado un tiro. Pero tuvo una nueva inspiración. -Dime, Tom: para mojarte la cabeza ¿no tuviste que descoserte el cuello de la camisa por donde yo te lo cosí? ¡Desabróchate la chaqueta! Toda sombra de alarma desapareció de la faz de Tom. Abrió la chaqueta. El cuello estaba cosido, y bien cosido. -¡Diablo de chico! Estaba segura que habrías hecho rabona y que te habrías ido a nadar. Me parece, Tom, que eres como gato escaldado, como suele decirse, y mejor de lo que pareces. Al menos, por esta vez. Le dolía un poco que su sagacidad le hubiera fallado, y se complacía que Tom hubiera tropezado y caído en la obediencia por una vez. Pero Sid dijo: -Pues mire usted: yo diría que el cuello estaba cosido con hilo blanco y ahora es negro. -¡Cierto que lo cosí con hilo blanco! ¡Tom! Pero Tom no esperó el final. Al escapar gritó desde la puerta: -Siddy, buena zurra te va a costar. Ya en lugar seguro, sacó dos largas agujas que llevaba clavadas debajo de la solapa. En una había enrollado hilo negro, y en la otra, blanco. «Si no es por Sid no lo descubre. Unas veces lo cose con blanco y otras con negro. ¡Por qué no se decidirá de una vez por uno a otro! Así no hay quien lleve la cuenta. Pero Sid me las ha de pagar, ¡reconcho!» No era el niño modelo del lugar. Al niño modelo lo conocía de sobra, y lo detestaba con toda su alma. Aún no habían pasado dos minutos cuando ya había olvidado sus cuitas y pesadumbres. No porque fueran ni una pizca menos graves y amargas de lo que son para los hombres las de la edad madura, sino porque un nuevo y absorbente interés las redujo a la nada y las apartó por entonces de su pensamiento, del mismo modo como las desgracias de los mayores se olvidan en el anhelo y la excitación de nuevas empresas. Este nuevo interés era cierta inapreciable novedad en el arte de silbar, en la que acababa de adiestrarle un negro, y que ansiaba practicar a solas y tranquilo. Consistía en ciertas variaciones a estilo de trino de pájaro, una especie de 7 Preparado por Patricio Barros