Tom Sawyer
www.librosmaravillosos.com
Mark Twain
Poco a poco fue ella cediendo y dejó caer las manos; la cara, toda encendida por la
lucha, quedó al descubierto, y se sometió a la demanda. Tom besó los rojos labios y
dijo: Ya está todo acabado. Y ahora, después de esto, ya sabes: no tienes que ser
nunca novia de nadie sino mía, y no tienes que casarte nunca con nadie más que
conmigo. ¿Quieres?
-Sí; nunca seré novia de nadie ni me casaré más que contigo, y tú no te casarás
tampoco más que conmigo.
-Por supuesto. Eso es parte de la cosa. Y siempre, cuando vengas a la escuela o al
irte a casa, tengo yo que acompañarte cuando nadie nos vea; y yo te escojo a ti y
tú me escoges a mí en todas las fiestas, porque así hay que hacer cuando se es
novia.
-¡Qué bien! No lo había oído nunca.
-Es la mar de divertido. Si supieras lo que Amy Lawrence y yo...
En los grandes ojos que le miraban vio Tom la torpeza cometida, y se detuvo,
confuso.
-¡Tom! ¡Yo no soy la primera que ha sido tu novia!
La muchachita empezó a llorar.
-No llores, Becky -dijo Tom-. Ella ya no me importa nada.
-Sí, sí te importa, Tom... Tú sabes que sí.
Tom trató de echarle un brazo en torno del cuello, pero ella lo rechazó y volvió la
cara a la pared y siguió llorando. Hizo él otro intento, con persuasivas palabras, y
ella volvió a rechazarlo. Entonces se le alborotó el orgullo, y dio media vuelta y salió
de la escuela. Se quedó un rato por allí, agitado y nervioso, mirando de cuando en
cuando a la puerta, con la esperanza que Becky se arrepentiría y vendría a buscarlo.
Pero no hubo tal cosa. Entonces comenzó a afligirse y a pensar que la culpa era
suya. Mantuvo una recia lucha consigo mismo para decidirse a hacer nuevos
avances, pero al fin reunió ánimos para la empresa y entró en la escuela.
Becky seguía aún en el rincón, vuelta de espaldas, sollozando, con la cara pegada a
la pared. Tom sintió remordimientos. Fue hacia ella y se detuvo un momento sin
saber qué hacer. Después dijo, vacilante:
-Becky, no me gusta nadie sino tú.
No hubo más respuestas que los sollozos.
56
Preparado por Patricio Barros