Tom Sawyer
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Mark Twain
El héroe, medio ahogado, se irguió de un salto, resoplando; se oyó el zumbido de
una piedra en el aire, entremezclado con el murmullo de una imprecación; después,
como un estrépito de cristales rotos; y una diminuta forma fugitiva saltó por encima
de la valla y se alejó, disparada, en las tinieblas.
Poco después, cuando Tom, desnudo para acostarse examinaba sus ropas
remojadas, a la luz de un cabo de vela, Sid se despertó; pero si es que tuvo alguna
idea de hacer «alusiones personales», lo pensó mejor y se estuvo quedo..., pues en
los ojos de Tom había un brillo amenazador. Tom se metió en la cama sin añadir a
sus enojos el de rezar, y Sid apuntó en su memoria esta omisión.
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Preparado por Patricio Barros